Actualmente, en la función pública no desenchufa su cable a tierra: El Taller Literario. Coordina "El Caldero" desde 1988. Siempre continuará indagando sobre el ser, la condición humana y la sociedad.
Nélida Luna de Vargas Machuca tiene una vinculación directa con la literatura, un arte que despertó en su adolescencia, con un primer poema que afloró sencillo y dulce como cada flor de primavera. Arte nunca abandonado y arte que ama, para disfrutar y para transmitir. La literatura es formación, a Nélida le ha dado valores, conocimientos, algunas posturas filosóficas, el desarrollo tanto de la fantasía como de la creatividad y cierto rigor intelectual.
La adolescente de aquel primer poema obtendría su título de Licenciada en Letras en la Universidad de Buenos Aires antes de los ventidós años, edad para la que el destino le había reservado un esposo y un hijo.
Machuca se volcó sobre la enseñanza en la escuela secundaria y trabajó también en la corrección de algunos libros. Llegaría a ser colaboradora de su mentora: Syria Poletti, luego de haber comenzado a participar de sus Talleres Literarios.
En 1988 decide formar su propio taller. Desde entonces, El Caldero ejercita y pule a un gran número de talleristas. De forma simultánea con este emprendimiento, siguieron sus pasiones por el Teatro, la Escritura y el Canto.
En 1989 fue galardonada con la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) por su libro de poemas Señales de Vida, editado el año anterior.
Evidentemente lo tuyo es el poema...
Sí, prosista no soy. De haberlo sido hubiera escrito una novela o grandes cuentos. Tengo algún premio de cuento, pero mi búsqueda está centrada en la síntesis, en el símbolo, en la imagen. Y... Esto es más de la poesía. Tampoco escribo prosa poética. Escribo prosa que denomino tintas, con lenguaje muy trabajado. Porque lo capital del texto es el lenguaje, es éste el que dice.
Y... ¿Qué buscás con estas tintas?
Escenas, momentos, congelar un instante de la naturaleza o de la vida de una persona. Sacarlo de contexto, no desarrollar conflictos y mucho menos terminarlo. Como es en la vida, nunca se terminan y siempre se reciclan.
La mano se escribe, se deja llevar por la voluntad del signo, e ignora cuánto tiempo, cuánto espacio lleva arando la tela, cuánto blanco.
Uy... Eso es de‘El signo’, quizás mi tinta preferida, donde los signos se van dibujando sobre una tela y finalmente, el útltimo signo le da significado al símbolo dibujado. Allí busco representar a la vida, en donde cada uno de nuestros actos es un signo, que sólo cobra sentido hasta que no termina nuestra vida y podamos ver quién fuimos, qué hicimos y qué dejamos.
Mi preferido de tu libro "Tintas Leves" es Cuestión de Perspectiva...
Ahí se ve lo poquito que somos en el universo, pero al mismo tiempo que el ojo del satélite que va haciendo un zoom hasta llegar a una mujer en situación crítica, sin importar cual, también nos ve. Así represento a la mirada de Dios, que está viendo nuestra pequeñez y que a la vez formamos parte de un orden cósmico.
Una larga historia la emparenta con el Teatro. Una historia que se inicia a sus once años con el papel de la hermana tornera, en el club 25 de Mayo de Martínez. Más tarde, en la Universidad, se anotaría en el Centro Universitario de Teatro. Estudió con varios maestros y dirigió por diez años el elenco de alumnos y egresados del Colegio Hölters.
Pero la vida es una suma de renunciamientos, entonces dejó el Teatro, no sabe si para siempre, quizás vuelva a él. Lo ama y sabe que el desarrollo de la sensibilidad y el conocimiento del alma humana están vinculados con la experiencia teatral.
Una leyenda familiar cuenta que uno de sus abuelos fue amigo de Carlos Gardel y a lo mejor es en esa leyenda donde Nelly alimenta su pasión por el Tango. Pasión que la llevó a estudiar cómo cantar Tango y a fundar, junto con su profesor Mamone, la Orquesta de Tango de San Martín en 1992. También estudió con Andrés Rizzo y con él cantó el papel de María Pueblo en el Teatro Argentino de La Plata en su ópera Evita. Su Borges por Milonga, llevó los temas de Borges musicalizados por distintos autores.
En un momento de la charla nombraste a Borges, por quien sentís una especial devoción, ¿no es cierto?
Es cierto, soy una especie de fanática. Él fue profesor mío en la Facultad, de donde yo conservaba su teléfono. Varios años más tarde lo llamé para que diera una conferencia en el Höelters. Era la época de mayor gloria de Borges y el vino muy gentilmente. Tengo poemas grabado por él sajón, con esa entonación cavernosa que ponía cuando recitaba, épicas y líricas. Muy respetuoso, muy caballero. Le gustaba creer que su interlocutor sabía mucho, le hacía creer a uno que le podía seguir el hilo de la conversación. Hasta me enseñó un tango alegre de principios de siglo pasado, que me costó mucho conseguir, pero con el que felizmente abrí muchos de mis espectáculos sobre Tango. Es alguien muy especial, que se prestó a darme una dimensión muy especial de la literatura y de la cultura. Una dimensión cosmopolita y universal dentro de su argentinidad.
Esta mujer del arte habla de ciclos, y desde octubre del año pasado está al frente de la Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad. Una función que tiene mucho de árido, espesas burocracias, pero que también, por suerte, tiene bastante de creatividad. Hoy día está abocada a llevar producción cultural a todos los rincones del partido, pretende lograr que la gente vea que el Municipio responde. Se están haciendo cosas, la agenda cultural se ha engrosado de sobremanera.
Nelly habla de etapas entregadas al Teatro, al Canto y a la Escritura. La etapa actual la denomina Gestión Pública, una forma más en su vida de contacto con los fenómenos de la cultura. Pero es la escritura en donde encuenta su cable a tierra. Su grupo de pertenencia es un Taller en el que ella es par y del cual brotan las semillas que se transforman en escritos. Lo mismo se apasiona coordinando su Taller El Caldero, lugar que le permite enseñar y aprender cotidianamente.
La literatura le resulta más cómoda, ya que cuando esté viejita no le exigirá una gran voz, como lo haría el Canto o un gran físico, como lo haría el Teatro. Entonces, mientras su mente esté lúcida para poder escribir se sentirá viva, continuando con la interminable indagación sobre el ser, la condición humana y la sociedad.
Gabriel Spinazzola - Mayo 2005.
Nélida Luna de Vargas Machuca tiene una vinculación directa con la literatura, un arte que despertó en su adolescencia, con un primer poema que afloró sencillo y dulce como cada flor de primavera. Arte nunca abandonado y arte que ama, para disfrutar y para transmitir. La literatura es formación, a Nélida le ha dado valores, conocimientos, algunas posturas filosóficas, el desarrollo tanto de la fantasía como de la creatividad y cierto rigor intelectual.
La adolescente de aquel primer poema obtendría su título de Licenciada en Letras en la Universidad de Buenos Aires antes de los ventidós años, edad para la que el destino le había reservado un esposo y un hijo.
Machuca se volcó sobre la enseñanza en la escuela secundaria y trabajó también en la corrección de algunos libros. Llegaría a ser colaboradora de su mentora: Syria Poletti, luego de haber comenzado a participar de sus Talleres Literarios.
En 1988 decide formar su propio taller. Desde entonces, El Caldero ejercita y pule a un gran número de talleristas. De forma simultánea con este emprendimiento, siguieron sus pasiones por el Teatro, la Escritura y el Canto.
En 1989 fue galardonada con la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) por su libro de poemas Señales de Vida, editado el año anterior.
Evidentemente lo tuyo es el poema...
Sí, prosista no soy. De haberlo sido hubiera escrito una novela o grandes cuentos. Tengo algún premio de cuento, pero mi búsqueda está centrada en la síntesis, en el símbolo, en la imagen. Y... Esto es más de la poesía. Tampoco escribo prosa poética. Escribo prosa que denomino tintas, con lenguaje muy trabajado. Porque lo capital del texto es el lenguaje, es éste el que dice.
Y... ¿Qué buscás con estas tintas?
Escenas, momentos, congelar un instante de la naturaleza o de la vida de una persona. Sacarlo de contexto, no desarrollar conflictos y mucho menos terminarlo. Como es en la vida, nunca se terminan y siempre se reciclan.
La mano se escribe, se deja llevar por la voluntad del signo, e ignora cuánto tiempo, cuánto espacio lleva arando la tela, cuánto blanco.
Uy... Eso es de‘El signo’, quizás mi tinta preferida, donde los signos se van dibujando sobre una tela y finalmente, el útltimo signo le da significado al símbolo dibujado. Allí busco representar a la vida, en donde cada uno de nuestros actos es un signo, que sólo cobra sentido hasta que no termina nuestra vida y podamos ver quién fuimos, qué hicimos y qué dejamos.
Mi preferido de tu libro "Tintas Leves" es Cuestión de Perspectiva...
Ahí se ve lo poquito que somos en el universo, pero al mismo tiempo que el ojo del satélite que va haciendo un zoom hasta llegar a una mujer en situación crítica, sin importar cual, también nos ve. Así represento a la mirada de Dios, que está viendo nuestra pequeñez y que a la vez formamos parte de un orden cósmico.
Una larga historia la emparenta con el Teatro. Una historia que se inicia a sus once años con el papel de la hermana tornera, en el club 25 de Mayo de Martínez. Más tarde, en la Universidad, se anotaría en el Centro Universitario de Teatro. Estudió con varios maestros y dirigió por diez años el elenco de alumnos y egresados del Colegio Hölters.
Pero la vida es una suma de renunciamientos, entonces dejó el Teatro, no sabe si para siempre, quizás vuelva a él. Lo ama y sabe que el desarrollo de la sensibilidad y el conocimiento del alma humana están vinculados con la experiencia teatral.
Una leyenda familiar cuenta que uno de sus abuelos fue amigo de Carlos Gardel y a lo mejor es en esa leyenda donde Nelly alimenta su pasión por el Tango. Pasión que la llevó a estudiar cómo cantar Tango y a fundar, junto con su profesor Mamone, la Orquesta de Tango de San Martín en 1992. También estudió con Andrés Rizzo y con él cantó el papel de María Pueblo en el Teatro Argentino de La Plata en su ópera Evita. Su Borges por Milonga, llevó los temas de Borges musicalizados por distintos autores.
En un momento de la charla nombraste a Borges, por quien sentís una especial devoción, ¿no es cierto?
Es cierto, soy una especie de fanática. Él fue profesor mío en la Facultad, de donde yo conservaba su teléfono. Varios años más tarde lo llamé para que diera una conferencia en el Höelters. Era la época de mayor gloria de Borges y el vino muy gentilmente. Tengo poemas grabado por él sajón, con esa entonación cavernosa que ponía cuando recitaba, épicas y líricas. Muy respetuoso, muy caballero. Le gustaba creer que su interlocutor sabía mucho, le hacía creer a uno que le podía seguir el hilo de la conversación. Hasta me enseñó un tango alegre de principios de siglo pasado, que me costó mucho conseguir, pero con el que felizmente abrí muchos de mis espectáculos sobre Tango. Es alguien muy especial, que se prestó a darme una dimensión muy especial de la literatura y de la cultura. Una dimensión cosmopolita y universal dentro de su argentinidad.
Esta mujer del arte habla de ciclos, y desde octubre del año pasado está al frente de la Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad. Una función que tiene mucho de árido, espesas burocracias, pero que también, por suerte, tiene bastante de creatividad. Hoy día está abocada a llevar producción cultural a todos los rincones del partido, pretende lograr que la gente vea que el Municipio responde. Se están haciendo cosas, la agenda cultural se ha engrosado de sobremanera.
Nelly habla de etapas entregadas al Teatro, al Canto y a la Escritura. La etapa actual la denomina Gestión Pública, una forma más en su vida de contacto con los fenómenos de la cultura. Pero es la escritura en donde encuenta su cable a tierra. Su grupo de pertenencia es un Taller en el que ella es par y del cual brotan las semillas que se transforman en escritos. Lo mismo se apasiona coordinando su Taller El Caldero, lugar que le permite enseñar y aprender cotidianamente.
La literatura le resulta más cómoda, ya que cuando esté viejita no le exigirá una gran voz, como lo haría el Canto o un gran físico, como lo haría el Teatro. Entonces, mientras su mente esté lúcida para poder escribir se sentirá viva, continuando con la interminable indagación sobre el ser, la condición humana y la sociedad.
Gabriel Spinazzola - Mayo 2005.
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