Fue la poesía, antes que la narrativa o el teatro, quien dio forma a los primeros esfuerzos del hombre por atrapar la belleza.
¿Qué no le diría, a su manera, el cavernícola a su amada? “Sos la fuerza de mi basto, cálida como la piel de mamut que me cubre, tan misteriosa para mi corazón como la ira de la naturaleza...”.
Es posible encontrar poemas incluídos en cuentos, novelas y obras de teatro. Pero, a pesar de ese respeto sincero de los otros géneros, no hay forma de que la poesía aparezca registrada entre los best sellers del suplemento cultural del diario; ni tampoco las editoriales de primera línea organizan certámenes de poesía, ni en los progamas de cultura televisivos vemos recientes revelaciones poéticas.
Julio Cortázar nos ofrece su opinión sobre el tema:
“Un amigo me dice: ‘Todo plan de alternar poemas con prosas es suicida, porque los poemas exigen una actitud, una concentración, incluso un enajenamiento por completo diferentes de la sintonía mental frente a la prosa, y de ahí que tu lector va a estar obligado a cambiar de voltaje a cada página y así es como se queman las bombitas’.
Puede ser, pero sigo tercamente convencido de que poesía y prosa se potencian recíprocamente y que lecturas alternadas no las agreden ni derogan. En el punto de vista de mi amigo sospecho una vez esa seriedad que pretende situar la poesía en un pedestal privilegiado, y por culpa de la cual la mayoría de los lectores contem-poráneos se alejan más y más de la poesía en verso, sin rechazar en cambio la que les llega en novelas y cuentos y canciones y películas y teatro, cosa que permite insinuar: a) que la poesía no ha perdido nada de su vigencia profunda pero que b) la aristocracia formal de la poesía en verso (y sobre todo la manera con que poetas y editores la embalan y presentan) provoca resistencia y hasta rechazo por parte de muchos lectores tan sensibles a la poesía como cualquier otro”, Salvo el crepúsculo (Buenos Aires, Sudamericana, 1993).
Sin embargo pese a la indiferencia, seguro que a todos nos sacude de vez en cuando una ráfaga de alegría cuando por ahí un poema se deja acariciar por la nueva lectura como un gato cargado de electricidad. Cortázar describió así el encuentro con la poesía.
Su libro Salvo el crepúsculo es una suma de alegrías en prosa y en verso. La crítica no ha sido verborrágica con respecto a esta obra; encontrarla no era fácil hasta que Ediciones Punto de Lectura tuvo la feliz idea de reeditarla. Así que ahora hallarán en las librerías, entre otros títulos del mismo autor, Salvo el crepúsculo, a muy buen precio y recién salido del horno.
Como sociedad hemos perdido la costumbre de leer poesía; esto desconcierta: el formato del poema es el que mejor se adapta a nuestro ritmo de vida. Suele ser breve, no compromete nuestra memoria hasta la siguiente lectura, atrapa los sentidos y descansa del esfuerzo intelectual después de una jornada agotadora.
Y ahí está el secreto para disfrutar: si se cruzan con un libro de poemas, déjense llevar por las imágenes, privilegien la sensibilidad. Al principio la razón protestará (es adicta al trabajo), pero les aseguro que por el camino de la poesía llegarán a un verdadero complejo turístico para el alma. Y querrán visitarlo cada vez más seguido.
Les deseo mucha suerte. Pueden hacerme llegar sus dudas y comentarios a través del correo electrónico, como ya es costumbre. Hasta pronto.
Andrea Geslin - Mayo 2005.
andreageslin@yahoo.com.ar
http://ar.geocities.com/andreageslin/escriturandiageslin.html
¿Qué no le diría, a su manera, el cavernícola a su amada? “Sos la fuerza de mi basto, cálida como la piel de mamut que me cubre, tan misteriosa para mi corazón como la ira de la naturaleza...”.
Es posible encontrar poemas incluídos en cuentos, novelas y obras de teatro. Pero, a pesar de ese respeto sincero de los otros géneros, no hay forma de que la poesía aparezca registrada entre los best sellers del suplemento cultural del diario; ni tampoco las editoriales de primera línea organizan certámenes de poesía, ni en los progamas de cultura televisivos vemos recientes revelaciones poéticas.
Julio Cortázar nos ofrece su opinión sobre el tema:
“Un amigo me dice: ‘Todo plan de alternar poemas con prosas es suicida, porque los poemas exigen una actitud, una concentración, incluso un enajenamiento por completo diferentes de la sintonía mental frente a la prosa, y de ahí que tu lector va a estar obligado a cambiar de voltaje a cada página y así es como se queman las bombitas’.
Puede ser, pero sigo tercamente convencido de que poesía y prosa se potencian recíprocamente y que lecturas alternadas no las agreden ni derogan. En el punto de vista de mi amigo sospecho una vez esa seriedad que pretende situar la poesía en un pedestal privilegiado, y por culpa de la cual la mayoría de los lectores contem-poráneos se alejan más y más de la poesía en verso, sin rechazar en cambio la que les llega en novelas y cuentos y canciones y películas y teatro, cosa que permite insinuar: a) que la poesía no ha perdido nada de su vigencia profunda pero que b) la aristocracia formal de la poesía en verso (y sobre todo la manera con que poetas y editores la embalan y presentan) provoca resistencia y hasta rechazo por parte de muchos lectores tan sensibles a la poesía como cualquier otro”, Salvo el crepúsculo (Buenos Aires, Sudamericana, 1993).
Sin embargo pese a la indiferencia, seguro que a todos nos sacude de vez en cuando una ráfaga de alegría cuando por ahí un poema se deja acariciar por la nueva lectura como un gato cargado de electricidad. Cortázar describió así el encuentro con la poesía.
Su libro Salvo el crepúsculo es una suma de alegrías en prosa y en verso. La crítica no ha sido verborrágica con respecto a esta obra; encontrarla no era fácil hasta que Ediciones Punto de Lectura tuvo la feliz idea de reeditarla. Así que ahora hallarán en las librerías, entre otros títulos del mismo autor, Salvo el crepúsculo, a muy buen precio y recién salido del horno.
Como sociedad hemos perdido la costumbre de leer poesía; esto desconcierta: el formato del poema es el que mejor se adapta a nuestro ritmo de vida. Suele ser breve, no compromete nuestra memoria hasta la siguiente lectura, atrapa los sentidos y descansa del esfuerzo intelectual después de una jornada agotadora.
Y ahí está el secreto para disfrutar: si se cruzan con un libro de poemas, déjense llevar por las imágenes, privilegien la sensibilidad. Al principio la razón protestará (es adicta al trabajo), pero les aseguro que por el camino de la poesía llegarán a un verdadero complejo turístico para el alma. Y querrán visitarlo cada vez más seguido.
Les deseo mucha suerte. Pueden hacerme llegar sus dudas y comentarios a través del correo electrónico, como ya es costumbre. Hasta pronto.
Andrea Geslin - Mayo 2005.
andreageslin@yahoo.com.ar
http://ar.geocities.com/andreageslin/escriturandiageslin.html
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