sábado

Una Tarde de Cuentos

Los lunes por la tarde, Susana Navone de Spalding abre las puertas de su casa y su sala de estar se transforma en una biblioteca infantil-juvenil. Los chicos pueden ir a leer cuentos, retirar libros y mejorar su escritura.

Había una vez, una señora de voz tan dulce como la miel que estaba casada y tenía cinco hijos. Un buen día, esta señora estaba en su casa acomodando unas cajas y de repente escuchó que alguien lloraba. Una vocecita muy triste le hablaba con angustia. Ella miró para todos lados, tratando de ver quién era, pero no vio a nadie. Pasó un buen rato hasta que se dio cuenta que los sonidos provenían de una de las cajas. La abrió con cuidado y muy sorprendida descubrió que quien la estaba llamando con tanta desesperación era uno de sus tantos libros.

-¡Hola! ¡Por fin alguien me escuchó! Ya estaba casi resignado a que me dejaran acá abandonado y aburrido.
-¿Pero qué te pasa? ¿Por qué estás tan triste?- le preguntó esta buena mujer sin salir de su asombro.
-Lo que pasa es que desde que sus hijos más chicos crecieron, mis amigos y yo quedamos acá encerrados en esta caja sin que nadie nos lea. Nos gustaría volver a estar entre las suaves manitos de los niños y escucharlos leer.

Así, esta señora de voz tan dulce como la miel, empezó a sacar uno por uno los libros de las cajas, les quitó el polvo que tenían en las tapas y los fue acomodando sobre los estantes. Luego, abrió las puertas de su casa e invitó a todos los niños del barrio a disfrutar de su amplia colección de cuentos.

Colorín, colorado, una biblioteca infantil se ha formado.

La mujer del cuento tiene nombre y apellido: Susana Navone de Spalding. Aunque ninguno de sus libros le habló, sí lo hizo su corazón. Susana es Profesora de Lengua y Literatura pero, por esas cosas de la vida, nunca trabajó dando clases en colegios. “Tengo cinco hijos, ahora ya son todos grandes. Cuando eran chicos siempre preferí estar con ellos y no salir a trabajar afuera”, cuenta esta docente de alma. Sí se dedicó a dar clases particulares en su casa y de apoyo en algún instituto. Su primera experiencia como coordina-dora de un taller de literatura fue cuando sus hijos menores, los mellizos, estaban en cuarto grado. “La idea surgió en una reunión de padres, una mamá se ofreció para dar plástica y yo literatura”, recuerda Susana. Esta actividad la desarrolló durante dos años en el colegio Santa Rosa de Lima en Munro, localidad donde residía en ese momento.

A través de su actual yerno, conoció una biblioteca infantil que funcionaba en el altillo de una casa en Olivos. Le encantó el lugar y siempre los llevaba a “los mellis”. Entonces pensó porqué no hacer ella también una biblioteca en su casa ya que tenía muchísimos libros. Con una sonrisa siempre a flor de labios, Susana relata: “Al tener cinco hijos siempre les compraba cuentos, además de los míos y de mi marido. Con los años se fueron juntando en cajas hasta que decidí sacarlos de allí”. Le apenaba mucho tener tantos ejemplares y que nadie los disfrutara.

Inauguró su primera biblioteca infantil-juvenil en 1996 que funcionó durante cuatro años en su casa de Munro. En 2001 se mudó junto a su familia a nuestro querido Ballester. Debido a los acontecimientos sociales y políticos sucedidos a finales de ese año, le tomó un tiempo volver a concretar ese sueño de darle vida a su colección de más de dos mil cuentos infantiles. A partir de las vacaciones de invierno de 2003, todos los lunes por la tarde, la frase “Había una vez ...”, que además le da nombre a este proyecto, se escucha una y otra vez.

Los chicos que quieran ir a leer un cuento, o si son muy chiquitos, a que les lean, pueden acercarse en forma gratuita a estas reuniones de animación a la lectura coordinadas por la Profesora Susana Navone de Spalding. Asimismo, pueden asociarse a la biblioteca por $7 al mes y retirar de a un libro por semana para leer en casa. La mayoría de los niños que concurren, participa también del taller de escritura que dicta la profesora. Con una cuota de $20 mensuales, acceden a las lecturas, la biblioteca y el taller de escritura. “Generalmente, a los chicos les gusta venir a leer y luego se quedan al taller de escritura donde ellos crean sus propias historias”, cuenta la docente. Con la guía de Susana los chicos mejoran muchísimo su escritura, aprenden palabras nuevas, dónde ubicar correctamente los signos de puntua-ción. Las primeras veces que escriben sus narraciones lo hacen de corrido, sin puntos ni comas. Entonces Susana les explica cuán necesarias son las pausas para que el lector comprenda mejor el texto.

Algo que enorgullece enormemente a Susana es el libro que les arma con la recopilacón de los relatos realizados durante todo el año de trabajo. Ella lo pasa a la computadora, y deja un espacio debajo de cada escrito para que cada uno ilustre lo que escribió. Luego le saca fotocopias y arma de forma artesanal un libro de cuentos. A fin de año organiza una reunión con las familias y cada uno de estos pequeños escritores se va a casa con la edición de sus historias y las de sus compañeros.

Otro servicio que ofrece Susana Navone es llevar las lecturas a jardines, colegios, hogares. Va con su mochila llena de cuentos a llevar ilusiones y fantasías a quienes estén dispuestos a soñar. Las instituciones que estén interesadas se pueden comunicar al teléfono que figura en el recuadro al final de la nota.

Ahora también se pueden asociar los adultos para acceder a libros de literatura y se crea de esta manera un lindo espacio para compartir en familia el fascinante mundo de la lectura.

Alejandra Cinquemani - Mayo 2005


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