sábado

Ingredientes

¿Por qué se han de ocultar a las Provincias sus medidas relativas a solidar su unión, bajo nuevo sistema? ¿Por qué se les ha de tener ignorantes de las noticias prósperas o adversas que manifiesten el sucesivo estado de la Península? Para el logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a la luz un nuevo periódico semanal, con el título de la Gazeta de Buenos Aires.
Mariano Moreno daba así a conocer los propósitos que perseguía el nuevo semanario en los albores de 1810. Toda una declaración de principios y necesidades.

Principios y necesidades que no desaparecieron con el tiempo, aunque algunas variables económicas y muchas otras socio-políticas atenten y afecten a nuestros medios de prensa. Más de dos de aquéllas, han infectado y manchado la mente y el alma de editores, corresponsales y periodistas. Lo que naciera como necesario y justo, ha tomado diferentes ribetes en el sinuoso camino de la historia. Silencios, omisiones, favoritismos, induciones, la creación del medio para la publicidad, en vez de la publicidad para sostener el medio. Otras cuestiones de variadas escalas y magnitudes, aniquilan el rigor, quiebran a la ética, pierden valor y finalmente, engañan al amor. Ingredientes escenciales que se revalorizan cada 7 de junio, con la celebración del día del periodista:

Rigor*. Gran exactitud o precisión en la realización de algo.
Ética*. Conjunto de principios y normas morales que regulan las actividades humanas.
Valor*. Cualidad física, intelectual o moral que se aprecia de alguien.
Amor*. Afición apasionada que se tiene hacia una cosa o convicción profunda que se tiene en ella.

Evidentemente, es poco probable la existencia de un medio de comunicación, que se precie de tal, sin alguno de estos ingredientes. De todos modos, también es evidente la proliferación de radios, programas de televisión, revistas, periódicos, libros, páginas web, en los que el rigor ha sido aniquilado, la ética quebrada, los valores perdidos y el amor engañado.

Por fortuna, en menor cuantía pero con el deseo y la certeza que serán más, siempre hay un consumidor inteligente, un lector pensante, un oyente crítico. Mientras éste exista, existirá siempre una oferta rigurosa, ética, de valor y llena de la convicción más pura: el amor.


Mayo 2005.

* Diccionario El Pequeño Larousse. Novena Edición. 2003.


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