miércoles

Corazones de Fuego

A través de estas líneas, se intenta acercar al lector un universo de pasión y compromiso, el de los Bomberos Voluntarios. Glorificar y agradecer su ardua y honorable tarea, es el fin de esta humilde nota.

Ser bombero voluntario es mucho más que tener el oficio de extinguir incendios. Es tener una profunda vocación de servicio a la comunidad y dedicarle prácticamente todo el tiempo libre a ella. Todos los bomberos tienen, fuera del cuartel, una actividad laboral rentada, la que les da de comer, ya que son voluntarios y no cobran por sus servicios. Salvo cinco, se los denomina cuarteleros y son los que están en el destacamento durante el día, mientras el resto está en su trabajo. Así, las 24 horas de los 365 días del año atienden el teléfono y responden de manera inmediata para resolver el problema que se les presenta.

“Una vez que se toma contacto con el mundo de los bomberos, se enciende una chispa en el corazón, y no se apaga nunca más”, dice el Sub Oficial Marcelo Segura. Está casado, tiene 38 años de edad y 16 de bombero. Cuando se le pregunta por qué es bombero, responde: “Por ganas de servir a la comunidad, como todos mis compañeros”. Otro factor común entre ellos, es el haber descubierto su vocación siendo niños o adolescentes. La mayoría conoció de cerca la vida del bombero a través de su padre, hermano, primo, tío, y así se enamoraron de esta noble profesión. Como Pablo Corradi, de 25 años, paramédico, padre de un bebé de un año, hijo y hermano de bombero. Pablo, que sin descuidar la atención del teléfono cada vez que suena, cuenta muy orgulloso: “Soy bombero desde los ocho años, y gracias a mí y a otros chicos de esa camada, se abrió la Escuela de Cadetes”. Los pequeños iban con sus padres o hermanos mayores al cuartel, y se la pasaban correteando entre mangueras y cascos. Y fue así que se tomó la decisión, muy acertada por cierto, de crear la Escuela de Cadetes de Bomberos Voluntarios, para darle un marco formal y una contención a esa pasión que ya se había despertado en esos futuros hombres. La escuela es para niños desde los diez hasta los dieciséis años y se divide en tres niveles según la edad. Tienen que esperar hasta los dieciocho, por una cuestión legal, para ser bombero, pero mientras tanto van aprendiendo el manejo del cuartel y ganando experiencia.

Una vez más suena el teléfono y Pablo lo atiende inmediatamente. Recibe una llamada de un vecino de un taller mecánico ubicado en Alcorta e Ituzaingó avisando que se estaba incendiando un auto, que luego resultaron ser dos. Tras colgar el teléfono, toca en un tablero con botones y perillas las correspondientes a “incendio” y “dotación Nº1” indicando a sus compañeros qué tipo de emergencia era y la unidad que debía salir, de acuerdo al episodio ocurrido. En un abrir y cerrar de ojos, literalmente hablando, la dotación estaba saliendo del cuartel con cuatro voluntarios listos y dispuestos a apagar las llamas del fuego. Minutos más tarde, al arribar al lugar del incendio, se comunicaron para avisar que todo estaba bajo control.

No sólo están capacitados para apagar incendios, sino también para realizar rescates, ya sea de personas, vehículos y animales. Marcelo Segura relata un par de anécdotas: “Rescatamos un lagarto que se le había escapado a una vecina y sacamos un caballo de un pozo tras seis horas de ardua tarea”. También son Pápa Noel, Reyes Magos y logran, a través de sus disfraces, una sonrisa en la cara de los niños del barrio. Una función muy importante, y poco conocida, es la de asesoramiento técnico para la habilitación de comercios y empresas. Uno de los requisitos para la habilitación municipal, es que se cumplan las medidas de seguridad básicas y de emergencia, como por ejemplo la correcta ubicación de escaleras, matafuegos y salidas de emergencias.

El Presidente de la Asociación, el Sr. César Mejean, le contó a Valor: “Somos una de las pocas instituciones creíbles que quedan en el país. La gente ve que la plata se gasta en mejorar cada día y nos da su apoyo, y nosotros donde nos llaman, vamos”. Dice que el cuartel ha progresado muchísimo, principalmente a partir de los ingresos que tienen de la sala de Bingo de San Martín. Las salas de juegos de la Provincia de Buenos Aires tienen la obligación legal de realizar donaciones a entidades de bien público. Ese dinero les ha permitido tener más de veinte camiones último modelo, bien equipados y haber refaccionado el cuartel central. Reciben, a su vez, colaboración a través de las cuotas de los socios y las rifas que se realizan todos los años. Los mismos voluntarios que acuden ante una emergencia, son los que van casa por casa conversando con los vecinos, ofreciéndoles las rifas a cambio, no sólo de colaborar, sino también de participar de grandes sorteos. Es decir, que la misma comunidad a la que dan asistencia, es la que lo sostiene económicamente.

“Hay mucha incomprensión por parte del Gobierno, ya sea municipal, provincial o nacional”, expresa el Presidente. El año pasado, tras una intensa lucha, lograron que se aprobara una ley nacional que les permite recibir una parte de los Impuestos Internos que pagan las compañías de seguros sobre incendios y accidentes de vehículos. “Todavía no hemos recibido apoyo económico por parte del Municipio, es una deuda pendiente, pero estamos conversando”, explica. Y para finalizar agrega: “Nos gustaría trabajar más en forma conjunta con las autoridades, por ejemplo con Defensa Civil, ante situaciones como evacuaciones o falta de luz en hospitales”.

Por otro lado, crearon la Mutual de Bomberos Voluntarios, con varios objetivos. Uno, brindar a sus socios un servicio de atención médica de calidad a bajo costo , y otro, la posibilidad de que el día de mañana, sirva para mantener el cuartel, ya que en sus estatutos figura que las utilidades son en beneficio de Bomberos.
También, en la planta alta del cuartel, construyeron un salón de fiestas, para festejos propios, alquilarlo para cualquier evento y ponerlo a disposición de artistas o expositores.

Bomberos, un orgullo para Ballester.

Alejandra Cinquemani - Marzo 2004.


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