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Una Puerta Abierta a la Comunidad

El Centro Cultural Colón abrió sus puertas en abril de 2003. Hoy ya ven los frutos del esfuerzo, aunque todavía queda mucho por hacer. Intentan satisfacer las necesidades de cada persona que se acerca, a pesar de sus dificultades.

Ya hace un año que el Centro Cultural Colón abrió sus puertas a la comunidad ballesterense. Lo hizo desde la necesidad de trabajo y con muchas esperanzas de poder cumplir con un proyecto soñado. Conversando con Adriana, una de las fundadoras y coordinadoras del centro, nos decía: “Hace dos años estábamos sin trabajo, con muchas ganas de hacer un montón de cosas, pero desocupados”. Habla en plural refiriéndose a ella, a su hermana Sandra y a sus respectivas familias. A fines del 2002, momento crítico en el país, la familia les cede una casa con parque y un salón en el fondo para que lo utilizaran para lo que quisieran. La idea original era abrir un jardín de infantes, ya que Adriana es maestra jardinera, pero por cuestiones edilicias, los metros no alcanzaban para esa iniciativa. “Entonces, pensamos qué podíamos encarar dentro del ámbito de la educación y la cultura, y así surgió esta idea”, asegura la docente removiendo los recuerdos de ese comienzo.

Al frente del equipo están las herma-nas Giletto, como coordinación, y por detrás, toda la gente que ha conformado esta Asociación Civil, entre los que se encuentran familiares y amigos. Como en todo nuevo proyecto, el inicio fue difícil, y todavía lo es, y además hay que agregarle el cambio rotundo de imagen que tenían que hacerle. Anteriormente, este espacio funcionaba como centro de rehabilitación de drogadicción para jóvenes, por consiguiente, tenían que sacar ese fantasma de la casa. Poco a poco, entre todos, fueron trabajando, le cambiaron la fachada y principalmente el espíritu que los impulsaba. Y así fue que salieron al barrio, se presentaron, les contaron a la gente quiénes eran y cuáles eran sus objetivos.

Tratando de buscar las palabras correctas, Adriana afirma: “Queremos apuntar al trabajo en conjunto, que es fundamental para que todos nos sintamos útiles. Somos gente joven, con mucha potencia, con ganas de hacer cosas. Y como docente, lo que me gusta es difundir y contactarme con otros”. Tras una breve pausa agrega: “Lo que queríamos era que la gente se acercara a disfrutar de las actividades y también que lo tomaran como una posible salida laboral”. A pesar del corto período de tiempo que hace que están funcionando, ya tuvieron la gran alegría y un inmenso orgullo de recibir la noticia de emprendimientos que están siendo realizados por alumnos que pasaron por el centro.


Uno de sus ejes fundamentales, es querer satisfacer las necesidades de cada una de las personas que golpean a su puerta, y al abrirse esta, ingresa un nuevo desafío. Así fue como tomó vida el “Proyecto de Integración de Personas Afásicas” que está llevando a cabo la profesora de Dibujo y Pintura. Adriana relata cómo sucedió: “Un buen día, se acercó un hombre preguntando si había alguna actividad que su padre, quien sufría de hemiplejía, pudiera hacer. Consultamos a la profesora, que está capacitada para estos casos, y empezó con las clases. En diciembre no podía tomar el crayón y hoy está trabajando con pincel a mano alzada, copiando reproduccio-nes de los grandes pintores. Está muy motivado y es un gran placer ver su expresión cuando mira su producción”.

Siguiendo en el camino de la integración, la psicóloga Silvina Arditi y la maestra especial Mariana Vergandi implementaron el “Taller de juego”. “Es un espacio para que los nenes vengan a jugar, porque algo que ocurre en estos tiempos es que los niños no juegan, y resulta que en el juego expresan un montón de cosas. Entonces, aquí tienen un lugar para hacerlo y mayores que sostienen esa escena”, argumenta Silvina. Mariana agrega: “En un primer momento, surgió como una propuesta dirigida a chicos con necesidades educativas especiales, y aunque en este momento no cuente con ninguno sigue abierto para ello”. Cuentan que tuvieron algunas experiencias con chicos con ADD (Síndrome de Deficiencia Atencional) y que no están de acuerdo con la cantidad de diagnósticos de este síndrome. “Creemos que está sobrediagnosticado. Se necesita ponerle nombre a una problemática que no la tiene el niño sino la comunidad educativa, la familia, la sociedad. Algo pasa a nivel social que hace que los chicos respondan de una manera sobreestimulada, sobrecargada de energía y no pueden manejarlo”, explica Mariana. La Licenciada Arditi comenta que los padres acuden con la expectativa de que sus hijos puedan tener su mente concentrada en algo durante un tiempo determinado, mayor a cinco minutos. Las profesionales lo logran a través del juego, para lo que necesitan estar atentos y mediante el cual pueden expresar lo que les pasa.

Haciendo un balance del primer año de vida del centro, Adriana dice: “Es muy positivo. Si bien no tenemos aún una concurrencia masiva, eso nos permite personalizar y atender a cada uno como si fuera el único”. Y quiere aprovechar la oportunidad para agradecer a todos los profesores que trabajan a pulmón y a la gente que se acerca, confía en ellos y les permite demostrar que las puertas del centro están abiertas para TODOS.

Alejandra Cinquemani - Mayo 2004.


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