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Volver a Ser Pueblo

Los historiadores y pensadores contemporáneos se han preocupado en segmentar los distintos períodos de tiempo y en darles un nombre que los identifique respecto de otros, según los acontecimientos y características más trascendentes que se vivieron en cada uno de ellos.

Así, han definido a la última parte del siglo XX como la era de la cibernética, de la información, de la tecnología robótica. Particularmente, me atrevo a definir a los últimos años de nuestra Argentina, que aún, lamentablemente, no han terminado, como Nuevos Tiempos Violentos.

Incomprensiblemente, nuestros derechos han sido avasallados, nuestra dignidad sufre el amedrentamiento más indigno: la falta de trabajo, y hasta nuestra integridad física hace tiempo que se ha desintegrado. Sin embargo, aunque denominados Nuevos Tiempos Violentos, ya conocemos desde hace mucho lo que es la confiscación de fondos por parte de los gobernantes de turno, lo que significa hacer largas colas en busca de un empleo, sufrimos las consecuencias de asaltos, de robos y demás formas delictivas impunes.

Entonces, el calificativo de Nuevos se aplica en referencia al fenómeno cíclico con que se repiten estas cinrcunstancias a lo largo y profundo de nuestra historia.
Si bien el pasado duele, ya el presente desgarra los corazones de buena voluntad, cala hondo y lastima arteramente cada ideología de bien que intenta surgir en medio de tanta corrupción, conformismo e incredulidad . En nuestro país ya no se pudo vivir, sin embargo, hoy otra vez ya no se puede vivir. En nuestro país ya se quedaron con nuestros ahorros, y han repetido semejante perjuicio. En nuestro país ya no podíamos opinar, y ahora, todos desconfiamos de todos, todos dudamos de todos.

Nuestro país ya se hundió, y no sólo nunca más resurgió, sino que además parece haberse encallado para siempre. ¿Quiénes son los responsables de todo esto? ¿Quiénes somos los responsables de todo esto?

Si existe alguien que hace, invariablemente existe algún otro que es quien deja hacer. La clase dirigente se asocia para los descalabros, para las barbaridades, para los objetivos políticos que nada tienen de bueno para el pueblo. Y el pueblo, palabra perdida en el desuso por falta de aplicación en la vida real, reposa silencioso. La complicidad de la indiferencia continúa lastimándonos.

Oportunidades de cambio tenemos a diario, busquemos nuestra identificación y aglutinemos nuestro pensamiento. Hagamos oir nuestra voz, volvamos a ser Pueblo.

Julio 2004.

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