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¿¡Viva la Independencia?!

Javier Gnocchini, en un viaje en tren, recorre la Historia desde la Independencia declarada en el Congreso de Tucumán hasta la actual “no independencia” a la pobreza, la desnutrición, los piqueteros, el desamparo.

Descuelgo el almanaque cuadrado, visita obligada para el contingente de ojos extraviados, que para quien tiene hoy la posibilidad de estudiar y trabajar, significa quedarse dormido con las palabras de un libro en el pecho. Se reacciona, se inca el labio sobre la bombilla del mate hasta hacer crujir la yerba. De un momento a otro, uno se encuentra apurando el paso y rogando entre dientes conseguir ese asiento en el tren que permita dar el último vistazo al apunte del próximo examen. Caminar dormido tiene la ventaja de anotar un poquito más en la existencia de nuestro descanso. Conseguí un asiento nada desdeñable: ventanilla, cerca de la salida y un acompañante que, a segundos de sentarse, se encomendó al sueño de sabrá quien qué cosa. El cafetero jugaba su último grito en ese tren que respiraba hondo para salir. A todo esto, yo me percataba que tanteando el papel de apuro sólo llevaba encima el almanaque. Me detuve en las lunas: llena el 2 de julio, menguante el 9, creciente el 25 y nueva el 31. En el otro calendario, parte de aquél, era imposible no detenerse en el cuadrado rojo del 9: Luna Menguante y Día de la Independencia.

El 9 de julio de 1816, un congreso de representantes provinciales, se dice, reunidos en Tucumán proclamaron la existencia de una nueva Nación: “Las Provincias Unidas de Sud América”, libre e independiente de España y de cualquier otra potencia. El tren quedaba más apretado de urgencias, los vendedores ambulantes se colaban por las hendiduras que dejaban los cuerpos. Contra la ventana, el pensamiento, los primeros hilos del sol y libertad, nación, independencia, España y la potencia; y el recuerdo taladrando estos conceptos. Las cartas de allá, de la abuela España, la que construyó el Franquismo luego de la Guerra Civil, pero también la de quienes lo combatieron. La península de abuelos de esta tierra de magra jubilación y también de empresas que multiplican por cientos esas cifras. La abuela madre patria recibe a sus nietos como lo hacía la Corona con sus servidores hispánicos, a veces bien, a veces mal; quizá pueden estar fastidiando tantas visitas y sumándose al fastidio de la propia España.

Mi compañero de viaje miraba de a ratos con un ojo, algo que le haga detectar cuántas estaciones de sueño le quedaban. Un leve giro acomodatorio para ambos y ante una pregunta: “¿Qué escribo sobre la Independencia?”, mi inquieto cuerpo encuentra una respuesta a centímetros de mi mano: el periódico de quien a esta altura roncaba. Se había batido el record de desnudos públicos en Ohio, 2700 personas posaron para un fotógrafo; me distrajo la silbatina de un tango entrecortado por el aullido del aire descomprimido de los pulmones metálicos. El cemento, los grises, estación Malaver y el tango “...yerba de ayer secándose al sol...”. Una mano dejaba un dibujo suplicando monedas, un cuerpo demasiado pequeño para ese pantalón, para ese abrigo que no había sido comprado a medida, a esta altura estaba claro. Por suerte, pensé, por acá todavía muchos no nos dejaríamos acostumbrar a que la gente ande en pelotas en invierno.

La Independencia, los representantes, Tucumán, que justamente hace un tiempo nos enseñaba la cara, el cuerpo de una niña Desnutrida, al borde de la muerte por falta de alimento. Una parte de la Nación -por nombrar la palabra- se desayunaba en el terrible espanto, la otra parte ya lo vivía. Más de treinta mil niños mueren por día en el mundo a causa del hambre. ¿Qué pasaría si miráramos la foto del nefasto record de la especie humana de los 13 millones de niños muertos por año? Y debemos decirlo, la Argentina no es independiente a esto. Si en la realidad no se multiplican los panes, se suprime a los comensales.

Antes de Migueletes hay que trabajar el vidrio con la palma para ubicarnos y dejar mirar a lo demás, algunos se acomodarán el pelo, yo busco referencias sobre qué escribir. Ojeaba el diario sobre mis rodillas, sin vergüenza. Según Samuel Huntington, que para resumir es quien escribe por sobre las acciones del Imperio americano y vaticina lo que hará, ahora el peligro es la desintegración americana en manos de los crecientes latinos. Basta saber, que desde que escribió acerca del choque de civilizaciones entre occidente y el Islam, no la pasan muy bien el pueblo iraquí y otros. Las tropas y la guerra están en Irak, también en Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina, Guatemala y Haití, entre otros. Este último pueblo caribeño fue uno de los primeros en declarar su Independencia, aunque todavía en 1938 seguía pagando una indemnización a su metrópoli por cortar el suministro monopólico de azúcar. Hoy Haití, deberíamos saberlo, es uno de los países más pobres de América.

De cualquier otra potencia, pienso, mojo el dedo, giro una hoja y el Presidente en China, él y mucha gente; apertura de mercado le dicen, parece que en verdad los chinos son muchos, por lo menos hay 40 millones bien económicamente de sus 1300 millones de habitantes.

El Fondo Monetario Internacional, muchos representantes de aquí y de allá, de la organización de la miseria, se parecen a una relación de pareja en la que uno nunca amó y el otro se dejó caer en los caprichos de quien solo quiere nuestra casa, con el alma, la dignidad y los muebles incluidos. Será eso, posiblemente, lo que le haya pasado a quien veo desperezarse bajo el andén entre cobijas viejas. Libres e independientes, próxima estación Urquiza, muchos se aprontan a saltar primero, saben que hay segundos fatales en el mundo del trabajo de hoy. Unas hojas antes de lo que yo ya sabía, la confirmación del descenso de Chacarita, me congeló el aliento la noticia: Un piquetero asesinado en La Boca. Cutral-Co, Mosconi, Tartagal, nacían los piquetes a medida que el sistema escupía sobras para ellos, personas para nosotros. Cuando los bancos, fieles a sus negocios, robaron ahorros, la cacerola, los martillazos, el piquete. Los bancos abrieron nuevamente, el automovilista atrasado en el Puente Pueyrredón insulta a bocinazos. En la muerte del piquetero, dice el diario, hay muchas dudas, pero preocupa la violencia piquetera.

Los mineros en Bolivia se inmolan, se suicidan frente a las autoridades; en Paraguay los empleados estatales se crucifican. Acá, leo en una pared el humor negro “Combata la pobreza, mate a un pobre”. Veinte millones de pobres hay en la Argentina y seis millones en la indigencia, y esto en la realidad se vende como miedo, ya que el temor ahorra soluciones y se sienta a negociar con los hipócritas de este país. Ni negar la realidad ni parcializarla, me digo mientras devuelvo el diario a mi compañero de viaje que, por como se eyectó del asiento parecería bajar en Colegiales, como yo.

Espero encontrar un asiento en el bondi, aire frío en la cara, independencia, libertad y el diario que se pierde con su dueño por una escalera, quien sabe con qué rumbo.

Javier Gnocchini - Julio 2004.

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