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Cuestión de Todos

Es factible conocer el nivel de formación de un pueblo poniendo especial atención en el cuidado que da a sus mayores, en las posibilidades que brinda a sus jóvenes, en el trato que reciben sus animales, en las decisiones que toma respecto de su patrimonio histórico, y entre otras cuestiones, en el apoyo que reciben las diversas manifestaciones culturales de cada zona. Y no sólo debe importar las medidas gubernamentales que se implementan, o no, respecto de estos asuntos, sino que quizás sea más interesante, y hasta útil, contar con iniciativas privadas que acompañen, sustituyan o complementen las públicas.

Reconozco, con profunda tristeza, que nuestros abuelos sufren y que se encuentran muy lejos de una vejez digna. Sus magras jubilaciones y pensiones parecen una burla desleal a tantos años de esfuerzo y trabajo. En este sentido el gobierno nacional ha otorgado un subsidio por un año de treinta pesos adicionales por mes. Nadie puede discutir la simpleza de un “algo es algo”, pero tampoco nadie podrá festejar la solución definitiva. Por su lado, existen denodados esfuerzos de miles de voluntarios que se aglutinan en diversos organismos no gubernamentales, en búsqueda de hacer un bien a nuestros abuelos.

Sentiré impotencia siempre que existan jóvenes (de edad y espíritu) sin empleo, sin oportunidades, sin futuro. Y peor, cada vez que alguno de esos talentos o potencias sea empujado por Ezeiza hacia otros destinos no siempre más felices. Hoy el gobierno introduce la idea de país reactivado con reducciones de índices de desocupación. Y más, se habla del regreso de muchos compatriotas. Sin embargo, si es que ya empezamos a caminar, el camino es kilométricamente largo.

Es una pena, que no seamos responsables de nuestras mascotas, que dejemos diseminadas sus heces por doquier, que abandonemos en las calles a sus crías. Cumplamos las reglas, seamos dueños de los actos de nuestros animales.

Resultará difícil encontrarnos con obras arquitectónicas del pasado. Volver a entrar, por caso, al Bar Del Águila, y rememorar la vida en Ballester de antaño. El mundo avanza (¿o retrocede?), pero como pueblo debimos haberlo conservado. Aquí nos repartimos responsabilidades tanto privadas, como públicas.

Gozamos por estos tiempos de eventos y centros culturales de diferentes orígenes, pero de similares objetivos: Revalorizar nuestras raíces, insertarnos en un mundo globalizado, y disfrutar de la danza, del teatro, del cine, de un libro, de una orquesta, de un coro. En ello embarcamos este humilde y gran esfuerzo llamado Valor.
La cultura es consecuencia del hacer de todos, pueblo y gobierno. También son para todos sus beneficios y riquezas.

Septiembre 2005.


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