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La Esencia de los Pueblos

La sorprendente coincidencia del fallecimiento de Cervantes, Shakespeare y Garcilaso de la Vega (El Inca) el 23 de abril de 1616 se tradujo en razón unánime para determinar tal fecha como Día Internacional del Libro y de los Derechos de Autor.

Quizás sea el idioma una de las características con la que nos identificamos más rápida y espontáneamente. No es mi interés armar un ranking, pero me atrevería a decir que supera a la bandera nacional y otros símbolos patrios, y claro está que al tango, al fútbol y al dulce de leche. Estar en otro país, inclusive uno de habla hispana, y escuchar ese canto característico de la palabra hablada en argentino, produce una alegría interna muy difícil de explicar.

Será por eso que el idioma es la esencia de los pueblos, su razón de ser, su vínculo eterno. Incorporado naturalmente cuando pequeños, debemos defender y cuidar, ahora, de adultos. El idioma ha ido evolucionando y trocando desde sus orígenes en las lenguas latinas y romances. A lo largo de tantos años hubieron formas que cayeron en desuso y otras innovaciones merecieron su incorporación al lenguaje. Pero el uso indebido de las formas, de los signos, y el no uso de nuestras palabras pone en peligro nuestra idiosincrasia y podría llevarnos a una eventual pérdida de identidad.

Que existen voces de otros idiomas que se terminan incorporando al habla cotidiana no es novedad. Yo mismo he dejado escrito ranking cuando podría haber utilizado “rango” o “escala de valores”. Así, en las empresas no se llevan a cabo reuniones sino meetings, la gente no sale a correr sino a hacer footing, las señoras no van de compras sino que van de shopping y los jóvenes de todas las edades no se envían correos electrónicos sino mails.

Producto del nuevo mundo virtual, es muy probable que nos encontremos en una etapa de transición hacia alguna nueva forma de lengua castellana, donde las MAYÚSCULAS pierdan su altura y sentido; en la que los signos de interrogación y exclamación al inicio y/o final de las oraciones se hallen en huelga permanente; o donde quedemos empachados de comernos letras para ahorrarnos unos bytes (se sigue entreverando el inglés) escribiendo, por ejemplo, ke en lugar de “que” o el cómodo xke en vez del largo y agotador tipeo de “porque”.

La palabra escrita también hace a nuestra naturaleza y a nuestro patrimonio cultural. Aquí resulta de vital importancia la correcta y oportuna utilización de los olvidados signos de puntuación. Quien diga que no son necesarios para hablar, pues que intente hacerlo sin pausas mediante. Allí, entenderá el porqué del uso de la coma, de los puntos y del punto y coma. O quien no escribe tildes, por favor tampoco los invente al leer, resulta imposible leer “camión” cuando se ha escrito camion.

La UNESCO formalizó el 23 de abril de cada año el Día Internacional del Libro y de los Derechos de Autor en 1995, pero la tradición del día se remonta hasta 1926 y se traslada hasta Valencia, España. El editor y escritor Vicente Clavel Andrés había propuesto un día especial para conmemorar al Libro. En honor al creador del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, quedó establecido el día del fallecimiento de Cervantes como día Del Libro Español. Para principios de los años noventa la celebración contaba con amplia aceptación. Pero para lograr el consentimiento unánime se incorporaron a los honores a William Sheakespeare, y a Garcilaso de la Vega (El Inca), quienes por asombrosa coincidencia también fallecieran el 23 de abril de 1616. Así, en honor a los máximos exponentes de las lenguas Castellana e Inglesa, y a un notable representante de la cultura iberoamericana quedó formalmente instaurado el 23 de abril “El Día Internacional del Libro y de los Derechos de Autor”.

Un párrafo aparte para la aclaración que, si bien los tres ilustres fallecieron un 23 de abril de 1616, por aquella época los ingleses se guiaban con un calendario desfasado respecto del mundo católico, por lo que Shakespeare no murió exactamente el mismo día que Cervantes y Gracilaso.

En palabras de Koichiro Matsuura, Director General de la UNESCO, vemos la importancia de la celebración: “En más de ochenta países, millones de seres humanos se han unido, incluso las poblaciones afectadas por la pobreza y la violencia, para manifestar su adhesión al libro, símbolo de esperanza y de vida. Una de las misiones esenciales del libro es estar al servicio de la educación. Por ello, es necesario disponer de materiales suplementarios que permitan a todos los estudiantes iniciar y mantener una amistad íntima y permanente con la palabra escrita. La donación de libros pertinentes y de calidad a las poblaciones, especialmente a los niños y jóvenes más desfavorecidos, promoverá el gesto de compartir el saber y el conocimiento al mismo tiempo que la comprensión y el respeto mutuo entre los pueblos”.

Consabido es que el libro ha sido, y tal vez lo siga siendo aun con la existencia de la red de redes (internet), el elemento más poderoso de difusión y conservación de conocimiento. El grado de concentración logrado al leer un libro es superior al que se llega con la computadora o con un programa de televisión. El desarrollo de nuestra imaginación siempre tendrá más colores, profundidades, texturas, sabores obtenidos de la lectura que de la pantalla del cine. Tan cómica como cierta resulta la aseveración de Groucho Marx: “Encuentro la televisión muy educativa; cada vez que alguien la enciende, yo me retiro a otra habitación y leo un libro”. No es cuestión de cancelar todos los programas de televisión, ni de cerrar las salas de cine, sino revalorizar íntegramente el idioma, estudiarlo en profundidad, utilizar de manera correcta sus formas. En definitiva, cuidar nuestra esencia, nuestra razón de ser, nuestro vínculo eterno.

Gabriel Spinazzola - Abril 2006

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