sábado

Mi Libro Favorito

Hola lectores, me alegro de volver a encontrarlos. Me estaba preguntando si les conté cómo fue que no conocí a Alberto Laiseca.

Resulta que, el año pasado, asistí a la inauguración de la muestra de arte de una amiga. Reunidos en un pasillo de la Universidad de la Marina Mercante, ahí estábamos los amigos, la prensa y algunos paracaidistas convocados por el aviso en el diario.

Estaba conversando, cuando mi marido me tocó el hombro y me señaló que ahí nomás, enfrente, estaba Alberto Laiseca. Nunca fui buena pidiendo autógrafos: de niña, en un restaurante chino, observé paralizada por la timidez cómo Pipo Pescador terminaba su cena, pagaba la cuenta y se alejaba de mi vida para siempre.

Pero esa noche me propuse caminar los cinco pasos que me separaban de este escritor y saludarlo.

-¿Alberto?
-Sí- me dijo.
-¿Laiseca? insistí.

Y mejor no lo hubiera hecho: ante su repuesta negativa lo miré como quien descubre que la cereza que corona su postre es de fantasía. Pobre el tal Alberto, notó mi decepción y, para mi bochorno, me pidió disculpas.

Bueno, más adelante les contaré cómo no conocí a Silvia Hopehnain -la escritora y conductora de Canal à- fue un desconocimiento de lo más divertido.

Pero, volviendo a aquel falso Laiseca, tal vez dentro de unos años se vuelva gradualmente verdadero en mi memoria, digamos cuando yo tome en brazos a mi primer nieto; y para cuando conozca a la joven esposa de ese nieto, quizá cuente que, sin lugar a dudas, haber conocido a este escritor fue más que emocionante y que me sirvan más champaña, que nada se le niega a una abuela tan afortunada.

Es que a veces las fantasías, de tanto contarlas, me acompañan con la fuerza de una realidad, y viceversa gracias a Dios, comienzo a creer que algunos episodios de mi vida fueron sólo un mal sueño.

Es que todos los acontecimientos son iguales ante la ley de la imaginación. Y sin importar de cuál región provengan, verídica o ficticia. Y cuando nos hacen bien, ayudan a vivir por igual.

Y para entrar en tema, ¿adivinan cuál es el instrumento que por excelencia borra las fronteras entre la ficción y la realidad? ¡Sí! La escritura.

Los escritores nos dedicamos a observar el mundo como si viviéramos entre las copas de los árboles, y lo regresamos tamizado por la fantasía, hecho ficción. Así lo hacía Cósimo, el protagonista de El Barón Rampante, de Italo Calvino.

Así que los invito a compartir un fragmento, en este caso, se trata de un ejemplar de la colección Club Bruguera, 1ª edición, 1980. Aquí va:

“En fin, le había entrado esa manía de quien cuenta historias y nunca sabe sin son más hermosas las que le ocurrieron de verdad y que al evocarlas traen consigo todo un mar de horas pasadas, de sentimientos menudos, tedios, felicidades, incertidumbres, vanaglorias, náuseas de uno mismo, o bien las que se inventa, en las que se tiende a cortar más por lo sano, y todo parece fácil, pero que después cuánto más se divaga más advierte uno que vuelve a hablar de las cosas que ha poseído o comprendido en la realidad, viviendo”

Si quieren más, consigan las obras de este autor italiano: Cósimo les contagiará ganas de vivir, y la prosa ágil y seductora de Italo Calvino puede que los incentive a contar. Si en algo coinciden los grandes escritores es en que leer mucho promueve la creación personal.

Les deseo un tiempo pleno de lecturas creativas, y como siempre espero sus comentarios y preguntas por medio del correo electrónico. Hasta pronto.

Andrea Geslin - Marzo 2005.


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  • 2 comentarios:

    Anónimo dijo...

    "Y para entrar en tema, ¿adivinan cuál es el instrumento que por excelencia borra las fronteras entre la ficción y la realidad? ¡Sí! La escritura."

    Sabe que paso algo asi como una "crisis de la representación". Si necesitas bibliografía, pedime, pero el problema del realismo es super abundante.

    Solo para recordarte: operación masacre es non-fiction. Y es probablemente una de los mejores textos argentinos.

    Como dijo David Viñas, cuando le preguntaron cuál era el mejor escritor argentino:
    "Si me apuran, Walsh es mejor que Borges"

    Anónimo dijo...

    Querido lector, comparto la admiración por los autores que mencionas en tus críticas.

    Estoy de acuerdo en que mis notas no realizan un análisis del discurso, no lo pretenden. El contrato de lectura es otro.
    Quisiera colaborar con un granito de arena en la difusión de la literatura, llegar, también, a aquellos que no tienen nociones de teoría literaria, quizá ningún tipo de formación académica.

    Nuestra revista no se especializa en literatura. Te recomiendo que leas publicaciones como Omero, La guacha o Diario de poesía que te complacerán en ese sentido.

    Es importante contagiar ganas de acercarse al arte, en cualquiera de sus expresiones, de eso se trata.

    Te agradezco de corazón tus palabras, y bienvenido a este espacio que estamos construyendo entre todos.