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Un Gran Día

Muchos se horrorizarían con sólo ver un tiburón, pero quien los ha disfrutado al bucear puede reconocer que es uno de los animales más hermosos y sofisticados del mar, poseedores de una hermosa línea estilizada.

El terror que la mayoría de los humanos sienten hacia los tiburones es tan antiguo como la historia compartida con estos animales. La mayoría de la gente está completamente segura de que el simple encuentro de un buzo con un tiburón terminará en un violento ataque.

Esto es absolutamente irreal. De las trescientas diez especies de tiburones conocidas solamente nueve están relacionadas con ataques a seres humanos. De hecho, cuando los buzos queremos realizar inmersión con tiburones solemos invertir mucho tiempo en su búsqueda que, la mayoría de las veces, resulta infructuosa.

El encuentro de seres humanos con tiburones no es tan frecuente como se podría creer pero, incluso en estos casos, tendría que tratarse de una de las especies agresivas, del tamaño suficientemente grande como para arriesgarse a atacar a una persona y con un motivo real (hambre, territorialismo) que justifique dicho ataque. ¿Para qué arremeter contra un animal tan grande y desconocido cuando hay tantas presas pequeñas disponibles? Realmente son demasiadas las situaciones que deberían darse al mismo tiempo.

Las estadísticas coinciden con esta apreciación de la realidad. En los Estados Unidos, sólo en la década del noventa, murieron 180 personas atacadas por perros, mientras que en el mismo período sólo murieron cuatro personas atacadas por tiburones. En el mismo país en el período de cuarenta y cuatro años, entre 1959 y 2003, veintidós personas murieron producto de ataques de tiburón, pero en ese mismo período mil ochocientas cincuenta y siete personas murieron alcanzadas por un rayo. Por lo tanto se puede afirmar que la probabilidad de ser alcanzado por un rayo es mucho mayor que la de ser atacado por un tiburón.

Los tiburones que solemos ver en la televisión son animales que fueron estimulados con sangre para conseguir que se muestren agresivos, muerdan la jaula de los buzos o saquen la cabeza del agua buscando desesperadamente algo que morder. Los tiburones que vemos en el fondo del mar, durante una inmersión, son sumamente diferentes. Son animales lentos y tranquilos, poseedores de una hermosa línea estilizada que se desplazan por el arrecife con movimientos sensuales. Suelen ignorarnos completamente al pasar a nuestro lado, pero dejando absolutamente claro que son los dueños del lugar. Ostentan ese aire de superioridad típico de los más poderosos. A todos los buzos nos queda claro que estamos ante uno de los animales más hermosos del fondo, pero también que estamos ante “el jefe” y que no sería buena idea molestarlo.

Complicados para mantenerlos vivos en cautiverio, indomables, fuertes y resistentes. Tan odiados como temidos. Los tiburones se pasean por el fondo rodeados por una aureola de misticismo y misterio. Sólo quien los ha visto pasar puede reconocer que es uno de los animales más hermosos y sofisticados del mar. Hace treinta años teníamos que decirles a los buzos que no había tiburones en el área para que se animaran a bucear. Hoy, los buzos los buscan entre las piedras de los arrecifes seguros de que si logran avistarlos será el presagio de un gran día.

Tito Rodríguez
Director Instituto Argentino de Buceo
iab@iab.com.ar
/ www.iab.com.ar
Noviembre 2005.


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