Miles de años tarda la naturaleza en dar forma a lo que los gobernantes deforman en un tiempo mucho menor. Los recursos de todos quedan en manos de unos pocos, aun cuando la determinación de un Pueblo sea elocuente.
El poeta y músico uruguayo Alfredo Zitarrosa soltó alguna vez: “No hay cosa más sin apuro que un pueblo haciendo su historia”. En ese hacer, siempre cabe el lento pero urgente caminar preguntando, será quizá que por ello, aunque anestesiado, traemos un capricho congénito: el de la esperanza; en ella se vislumbra el trecho donde se viste el horizonte que universaliza la efeméride. Si es por dibujar un número, supongamos un agosto hace ya unos años. Doña María Luisa, ancestral mujer de Gualjaina, Chubut, levantaba con orgullo su vista para observar retirarse las pesadas maquinarias que no llegaron, por que la comunidad decidió que así fuera, a lastimar la montaña y contaminar su territorio. La Trinidad Vial S.R.L., es una de las tantas empresas que explotan la minería en países en vías de desarrollo, la vieja usanza de subdesarrollado.
En Esquel, será la Meridian Gold, conocida multinacional, la que cruzó el océano, como antiguamente hicieran tantos otros, orientada por los vientos codiciosos del oro. Podríamos seguir una extensa nominación, la Minera Barrick Gold, en la provincia de San Juan, ha de enriquecerse por millones y condenar también a la misma cantidad de miles, pero esta vez de años y no de dólares, la recuperación del daño al medio ambiente. Por suerte, los vecinos de Jachal han tomado conciencia de ello.
La naturaleza tardó muchísimos años para conformar los enormes recursos que se encuentran en el cordón montañoso que abarca en Argentina desde Jujuy hasta Santa Cruz. Pero hace menos, una ley promulgada con Don Saúl a la cabeza, procuró excenciones impositivas; liberación de derechos de importación por la introducción de bienes de capital y equipos; limitación del pago de regalías que corresponda a las provincias, no pudiendo exceder del 3% del valor en “boca mina”; etcétera. Todo esto, bajo el amparo de una “legislación moderna”. En suma, los gobernantes de turno, de ayer y los de hoy, han regalado y regalan los recursos naturales que, hay que saberlo, corresponden a todos.
La noción moderna de democracia dice que el pueblo no gobierna sino a través de sus representantes. Hoy, la democracia mantiene ese principio, aunque es una versión aggiornada, ya que podríamos decir que ciertas multinacionales y grupos económicos concentrados, entre los que se encuentra la explotación de recursos no renovables, gobiernan a través de sus representantes de turno. Es más común hacernos una idea de lo que produce el petróleo, además de propulsar a nuestros vehículos y máquinas. Basta con saber que uno de los negocios más rentables del mundo es el de los medicamentos a través de sus patentes, “el verdadero negocio de la droga”. Sin embrago, y no por casualidad, la explotación minera, que de a poco se hace conocer en nuestro país, comparte muchas cualidades con las anteriores, aunque el conocimiento de esto sea todavía más subterráneo. Los depredadores tienen una extraña particularidad, son defendidos por gobernantes, intendentes, aun cuando, como en el caso de Esquel, la población a través de un plebiscito le dijo: “NO A LA MINA” en más de un 80%. La comunidad se informó y ya sabe que la industria y el trabajo (poco) que promete la Meridian Gold nunca alcanzará para remediar la destrucción de esta empresa metalífera. Ésta aporta el 96% de la emisión global de arsénico, que junto con el cianuro, utilizado para separar el oro y la plata, causan la contaminación del agua potable. Por cada 28 gramos de oro, aportan 79 toneladas de desechos, alto costo el de un collar de oro que no adorna más que a unos pocos.
El Winca (hombre blanco) no tiene en cuenta algo básico, que los Mapuches (hombre de la tierra) llaman nuestro kimün, es decir de nuestro conocimiento más profundo de la naturaleza. Ellos respetan y defienden los newen (recursos) de los cerros y todos los demás newen. Ellos ven a la Tierra de otra manera: no se la mata, no se la contamina. Perjudicar al pillan es atentar contra nuestra cultura. Pero bien cierto es que desde el colegio se nos hizo saber que nuestra cultura es otra, aunque por estos tiempos ¿dónde andará la identidad?
Lamentablemente, la Argentina sigue anclada en el concepto, algo académico pero ilustrativo, de desarrollo desigual. Ya desde sus orígenes se exportan bienes primarios para luego consumir los bienes de los países desarrollados o industrializados. Según la época, pueden éstos llamarse trigo, soja, petróleo, uranio, oro o lo que sea. Las empresas con base en los países desarrollados obtienen al final la mayor parte de las ganancias y, en el proceso, con frecuencia provocan una fuerte degradación natural y contaminación ambiental, en los países en vías de desarrollo (subdesarrollados).
Cada año, la economía de Estados Unidos necesita más de 4.800 millones de toneladas métricas de minerales, combustibles y no combustibles. Esto quiere decir que cada doce meses se deben obtener 19 toneladas de recursos minerales por cada ciudadano estadounidense, tan sólo para que sostenga su nivel actual de vida, a menos que el país cambie de una economía de desperdicio y desecho a una de Tierra sustentable.
Una de las proclamas del pueblo de Esquel fue: “Un Pueblo que no se vende, una Comunidad que no se compra”. Pero en la era que vivimos, la que Albert Camus llamó la Abstracción del Dinero, hay “humanos” que son proclives a convertirse en mercancías. Ejemplo de ello encontramos en el llamado “Convenio de Asistencia y Transferencia Tecnológica”, que se tramita en la Universidad de San Juan por parte de la Minera Argentina Gold S.A. Pero quien aparecería detrás de este convenio es la Minera Barrick Gold. Para no “impresionar mal” hacen asumir a testaferros nacionales como involucrados en el proyecto. Hace ya un tiempo, nuestro presidente promovía los vientos de cambios llegados de la Patagonia, que hace más de 10 mil años era habitada por cazadores y recolectores, pero desde que en 1879 se comenzó con la campaña de toma de tierras, no se ha detenido la codiciosa depredación de su hábitat. En el siglo XIX las tierras tomadas a los pueblos originarios se subastaban en Londres. Hoy se siguen rifando en los lares del norte. Santa Cruz, como otras provincias, está siendo, igual que ayer, saqueada, pero hoy con el nivel tecnológico alcanzado en depredación de recursos, los tiempos se estrechan. Se requiere, como respuesta, acelerar el “sin apuro de los pueblos”. Las decenas de firmas que actúan en el país, como la Anglo Gold, la Panamerican Silver, Northern Orion Exploration, la Minera Minicorp S.A. (Anglo Gold Pérez Companc), entre otras, destruyen la Tierra y embargan la salud de las generaciones futuras.
Vientos patagónicos sí, pero codiciosos y destructivos de algo que nos pertenece a todos y que entre todos deberíamos decidir su uso, más allá de la deshonrosa y onerosa complicidad de los gobernantes. En San Juan, como en Chubut y tantas otras partes, la comunidad empieza a decir basta.
Sueño con el despertar, mientras termino de tipear con una mano, con la otra sostengo y calmo el llanto de un bebé que recibimos junto a su madre hace tan solo un mes. Quiero, como padre, regalarle otro mundo a todos los hijos. Sueño con la esperanza y levanto la vista como María Luisa lo hizo en aquel agosto.
Javier Gnocchini - Julio 2005.
El poeta y músico uruguayo Alfredo Zitarrosa soltó alguna vez: “No hay cosa más sin apuro que un pueblo haciendo su historia”. En ese hacer, siempre cabe el lento pero urgente caminar preguntando, será quizá que por ello, aunque anestesiado, traemos un capricho congénito: el de la esperanza; en ella se vislumbra el trecho donde se viste el horizonte que universaliza la efeméride. Si es por dibujar un número, supongamos un agosto hace ya unos años. Doña María Luisa, ancestral mujer de Gualjaina, Chubut, levantaba con orgullo su vista para observar retirarse las pesadas maquinarias que no llegaron, por que la comunidad decidió que así fuera, a lastimar la montaña y contaminar su territorio. La Trinidad Vial S.R.L., es una de las tantas empresas que explotan la minería en países en vías de desarrollo, la vieja usanza de subdesarrollado.
En Esquel, será la Meridian Gold, conocida multinacional, la que cruzó el océano, como antiguamente hicieran tantos otros, orientada por los vientos codiciosos del oro. Podríamos seguir una extensa nominación, la Minera Barrick Gold, en la provincia de San Juan, ha de enriquecerse por millones y condenar también a la misma cantidad de miles, pero esta vez de años y no de dólares, la recuperación del daño al medio ambiente. Por suerte, los vecinos de Jachal han tomado conciencia de ello.
La naturaleza tardó muchísimos años para conformar los enormes recursos que se encuentran en el cordón montañoso que abarca en Argentina desde Jujuy hasta Santa Cruz. Pero hace menos, una ley promulgada con Don Saúl a la cabeza, procuró excenciones impositivas; liberación de derechos de importación por la introducción de bienes de capital y equipos; limitación del pago de regalías que corresponda a las provincias, no pudiendo exceder del 3% del valor en “boca mina”; etcétera. Todo esto, bajo el amparo de una “legislación moderna”. En suma, los gobernantes de turno, de ayer y los de hoy, han regalado y regalan los recursos naturales que, hay que saberlo, corresponden a todos.
La noción moderna de democracia dice que el pueblo no gobierna sino a través de sus representantes. Hoy, la democracia mantiene ese principio, aunque es una versión aggiornada, ya que podríamos decir que ciertas multinacionales y grupos económicos concentrados, entre los que se encuentra la explotación de recursos no renovables, gobiernan a través de sus representantes de turno. Es más común hacernos una idea de lo que produce el petróleo, además de propulsar a nuestros vehículos y máquinas. Basta con saber que uno de los negocios más rentables del mundo es el de los medicamentos a través de sus patentes, “el verdadero negocio de la droga”. Sin embrago, y no por casualidad, la explotación minera, que de a poco se hace conocer en nuestro país, comparte muchas cualidades con las anteriores, aunque el conocimiento de esto sea todavía más subterráneo. Los depredadores tienen una extraña particularidad, son defendidos por gobernantes, intendentes, aun cuando, como en el caso de Esquel, la población a través de un plebiscito le dijo: “NO A LA MINA” en más de un 80%. La comunidad se informó y ya sabe que la industria y el trabajo (poco) que promete la Meridian Gold nunca alcanzará para remediar la destrucción de esta empresa metalífera. Ésta aporta el 96% de la emisión global de arsénico, que junto con el cianuro, utilizado para separar el oro y la plata, causan la contaminación del agua potable. Por cada 28 gramos de oro, aportan 79 toneladas de desechos, alto costo el de un collar de oro que no adorna más que a unos pocos.
El Winca (hombre blanco) no tiene en cuenta algo básico, que los Mapuches (hombre de la tierra) llaman nuestro kimün, es decir de nuestro conocimiento más profundo de la naturaleza. Ellos respetan y defienden los newen (recursos) de los cerros y todos los demás newen. Ellos ven a la Tierra de otra manera: no se la mata, no se la contamina. Perjudicar al pillan es atentar contra nuestra cultura. Pero bien cierto es que desde el colegio se nos hizo saber que nuestra cultura es otra, aunque por estos tiempos ¿dónde andará la identidad?
Lamentablemente, la Argentina sigue anclada en el concepto, algo académico pero ilustrativo, de desarrollo desigual. Ya desde sus orígenes se exportan bienes primarios para luego consumir los bienes de los países desarrollados o industrializados. Según la época, pueden éstos llamarse trigo, soja, petróleo, uranio, oro o lo que sea. Las empresas con base en los países desarrollados obtienen al final la mayor parte de las ganancias y, en el proceso, con frecuencia provocan una fuerte degradación natural y contaminación ambiental, en los países en vías de desarrollo (subdesarrollados).
Cada año, la economía de Estados Unidos necesita más de 4.800 millones de toneladas métricas de minerales, combustibles y no combustibles. Esto quiere decir que cada doce meses se deben obtener 19 toneladas de recursos minerales por cada ciudadano estadounidense, tan sólo para que sostenga su nivel actual de vida, a menos que el país cambie de una economía de desperdicio y desecho a una de Tierra sustentable.
Una de las proclamas del pueblo de Esquel fue: “Un Pueblo que no se vende, una Comunidad que no se compra”. Pero en la era que vivimos, la que Albert Camus llamó la Abstracción del Dinero, hay “humanos” que son proclives a convertirse en mercancías. Ejemplo de ello encontramos en el llamado “Convenio de Asistencia y Transferencia Tecnológica”, que se tramita en la Universidad de San Juan por parte de la Minera Argentina Gold S.A. Pero quien aparecería detrás de este convenio es la Minera Barrick Gold. Para no “impresionar mal” hacen asumir a testaferros nacionales como involucrados en el proyecto. Hace ya un tiempo, nuestro presidente promovía los vientos de cambios llegados de la Patagonia, que hace más de 10 mil años era habitada por cazadores y recolectores, pero desde que en 1879 se comenzó con la campaña de toma de tierras, no se ha detenido la codiciosa depredación de su hábitat. En el siglo XIX las tierras tomadas a los pueblos originarios se subastaban en Londres. Hoy se siguen rifando en los lares del norte. Santa Cruz, como otras provincias, está siendo, igual que ayer, saqueada, pero hoy con el nivel tecnológico alcanzado en depredación de recursos, los tiempos se estrechan. Se requiere, como respuesta, acelerar el “sin apuro de los pueblos”. Las decenas de firmas que actúan en el país, como la Anglo Gold, la Panamerican Silver, Northern Orion Exploration, la Minera Minicorp S.A. (Anglo Gold Pérez Companc), entre otras, destruyen la Tierra y embargan la salud de las generaciones futuras.
Vientos patagónicos sí, pero codiciosos y destructivos de algo que nos pertenece a todos y que entre todos deberíamos decidir su uso, más allá de la deshonrosa y onerosa complicidad de los gobernantes. En San Juan, como en Chubut y tantas otras partes, la comunidad empieza a decir basta.
Sueño con el despertar, mientras termino de tipear con una mano, con la otra sostengo y calmo el llanto de un bebé que recibimos junto a su madre hace tan solo un mes. Quiero, como padre, regalarle otro mundo a todos los hijos. Sueño con la esperanza y levanto la vista como María Luisa lo hizo en aquel agosto.
Javier Gnocchini - Julio 2005.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario