jueves

Por una ley de Infertilidad

La ciencia avanza a pasos agigantados. La perpetua búsqueda del hombre para convertirse en creador no tiene freno. La sensación de lograr lo que la naturaleza no puede por sí misma es el súmmun. El hombre quiebra el estado de equilibrio de las cosas, para compensarlas, mitigarlas, repararlas después. Tal vez, la polución, el estrés, la alimentación deficiente, y otras cuestiones nocivas, harían que una de cada seis parejas que desean tener hijos no puedan hacerlo. Se escucha una inmediata reflexión: “la naturaleza no querrá, por ahora”. Habría lugar para preguntarse si la naturaleza siempre quiere y el hombre con su intromisión lo evita.

Sea como fuere, el hombre, con la voracidad de superar lo conocido (y ganar dinero con ello), ha desarrollado una serie de tecnologías que en algunos casos complementa la tarea insuficiente de nuestro orden natural. O, quizá, esté reparando el daño causado con anterioridad.

Así las cosas, una de cada seis parejas que desean tener hijos encuentran en la medicina tradicional un portal de esperanzas. La escalera en espiral hasta los tratamientos de alta complejidad es muy alta y sinuosa. Demasiadas cuestiones deben ser consideradas y mucho dinero debe ser ahorrado. El Plan Médico Obligatorio no posee una línea para los Tratamientos de Reproducción Asistida. Los omite, como diciendo que si uno no tiene dinero suficiente para enriquecer al padre de la tecnología, pierde, en fatal consecuencia, el derecho de ser padre y de formar una familia.

Nació, como lógico efecto, la justa petición para que el Congreso trate una ley por la que los Tratamientos de Reproducción Asistida sean incorporados a la prestación de salud básica. El foro virtual infertilidad-arg, que desarrolla su denodado trabajo a partir de su espacio en la red www.infertilidad-arg.com.ar, lanzó la iniciativa popular “Sumate a dar Vida” para juntar las trescientas mil firmas necesarias.

El proyecto de ley es muy loable y muy necesario. Sin embargo, resulta ser muy poco abarcativo de muchas situaciones que aparecen sobre cada escalón de la escalera sinuosa de la búsqueda de un hijo. De momento, la propuesta es muy válida para instalar el tema en la sociedad. Generalmente, los problemas para concebir son reservados para el núcleo familiar más íntimo. Muchas connotaciones socio-culturales emergen como sombras de un presente culposo. Sin embargo, en la fructífera tarea de juntar firmas, se puede comprobar que uno no está solo en este recorrido.

De lograrse el objetivo de presentar el proyecto al Congreso, las otras cuestiones que son parte de estos procesos deberán ser tenidas en cuenta. La Asociación Concebir, en sus trece años de trabajo fértil, ha presentado dos proyectos de ley que, penosamente, no han visto la luz. La regulación de los tratamientos debe ser clara, ética y debatida, tanto con la comunidad médica, como con la comunidad de pacientes. Legislaciones del primer mundo deben ser estudiadas y adaptadas a nuestro medio. Una legislación moderna abarcaría que la infertilidad es una enfermedad, tal como lo define la Organización Mundial de Salud, que debe ser cubierta por los planes médicos obligatorios. Empero, además, debe especificar con criterio otros temas, como son: cantidad de embriones a transferir, reglamentar la criopreservación y vitrificación de embriones; reglar las donaciones de espermas, de gametas y de embriones; declarar la viabilidad o no del alquiler de útero; definir que los hijos nacidos de donaciones (en todas sus formas) son de la madre que les da a luz, y la más importante: definir a partir de qué momento hay vida.

La ciencia avanza a pasos agigantados, las leyes sociales y éticas deben progresar en el mismo sentido.

Gabriel Spinazzola - Junio 2008


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