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Sumate a dar Vida

De cada cuatrocientas mil personas, una sería celíaca. Dicen que la mitad de los argentinos sufre de sobrepeso. Que otra mitad, muchos pueden estar en ambas mitades, tiene ingresos que la hunden debajo de la línea de pobreza. Existen muchas más estadísticas, muchísimas. Este tipo de estadísticas no nos dicen nada cuando uno no está alcanzado por ellas. Es decir, nos importa muy poco cuando no somos celíacos, ni obesos, ni pobres. Pero, ¿qué hacer cuando está dentro del número estadístico? A menos que se trate de la cantidad de fallecidos, por caso, en accidentes de tránsito, siempre hay algo por hacer.

Una de cada seis parejas desea tener hijos y no puede. Los buscan, los desean, los imaginan, pero es tan triste como lo canta Arjona: una cigüeña se suicida cada mes. Las otras cinco parejas jamás entenderán el tesoro que tienen. Simplemente, no pueden. No poseen suficientes tintas para escribir la palabra comprensión. Esto no es patrimonio exclusivo de esas diez personas y a nadie podemos juzgar por ello. A todos nos ocurre algo similar cuando escapamos de las garras de la estadística.

Quitados todos los cálculos matemáticos, sacando del análisis a las otras cinco parejas, nos encontramos mi esposa y yo. Sí, somos ese uno de cada seis, no zafamos de las garras y en el fondo de nuestra casa tenemos muchas cigüeñas enterradas. Algunas fueron difíciles de poner bajo tierra, pero finalmente allí están. Otras ni cuenta nos dimos, solitas se habían ido. En alguna ocasión, no pudimos si quiera escribir la carta.

Las dificultades para poder concebir son varias, increíbles y hasta inexistentes. Hubo que crear la frase “parejas infértiles sin causa aparente”. Los caminos de la infertilidad son más largos que lo que uno imagina. En ocasiones no están para nada señalizados, como si a la ciudad de La Plata le quitaran los números de sus infinitas diagonales. Además, los caminos son tan húmedos como lo sea la capacidad de llorar. No siempre es fácil llorar. Estos senderos, a su vez, son solitarios, desolados y espinosos. Están habilitados para muchos más, pero se recorren de a dos, en el mejor de las casos. Pero si hay espinas hay flores. Entonces hay donde encontrar la suave caricia de un pétalo. La Asociación Concebir es un lugar de encuentro, para escucharnos, entendernos, llorarnos, compartirnos.

Como se trata de caminos, pues toca caminar y ya lo canta la conocida canción: se hace camino al andar. Lo primero por hacer es buscar un guía. El médico abre el gigante mapa de la infertilidad y lanza al vacío miles de recetas. Alguna de ellas le acercará una brújula. Entonces el guía se anima y marcando un punto de la espesa geografía dice: “Usted está aquí”. De la nada los caminos florecen, se llenan de primaveras y se preparan todas las estampillas para París. Lamentablemente, ese diagnóstico parece no estar completo.

Entonces los caminos se transforman en carreteras y autopistas. Debemos transitar por una de ellas, pero juntos. La mujer va por una. El guía dirá cual según la brújula conseguida y la edad de la mujer. A diferencia de los autos, los modelos más viejitos deben ir más rápido. El hombre, según cómo esté de combustible, irá por otro. Ya el panorama cambia, antes pensábamos en cruzar un bosque por un camino, ahora es toda una ciudad en autopista.

No siempre es fácil confiar en los guías. Nos nacen los miedos. A veces nos confunden y se confunden, con direcciones erradas, barrios que no quedan por la misma zona y todo genera sinsabor. Además, los guías son seres humanos en una sociedad y no están exentos de las miserias que rondan por Buenos Aires. De eso me olvidé, de comentar que el barco hacia París zarpa desde Buenos Aires, epicentro de la infertilidad en Argentina. Así, muchos tienen una distancia mayor por recorrer.

Avanzados, todo avance conlleva algunos retrocesos, algunos kilómetros se ve la salida de la autopista, es cuando la voz de la esperanza entona con más fuerza. Se accede entonces a un tratamiento de baja o alta complejidad, generalmente de baja, porque los de alta, como su nombre lo indica, no sólo son tecnológicamente más complejos, si no que su costo es alto, al menos para la mayoría de los mortales.

Y acá se mete la estadística otra vez. Cada camino tiene un porcentaje de cierto sobre si es o no el que te llevará hasta el final. Los intentos de baja complejidad gozan entre diez y quince por cierto de éxito. Los de alta rondan el treinta por ciento de probabilidades de obtener un hijo nacido.

Nosotros, mi esposa y yo, seguimos dentro de la estadística. De esta última, del otro lado. Seguimos por las rutas. A veces, deambulando, otras parece que sabemos para donde vamos. De seguir sin éxitos, tendremos que acelerar por la edad de ella. Por mi combustible, haber hay. No se trata de nafta noventa y siete octanos, pero con GNC quizá lleguemos.

Todos estos caminos, carreteras, autopistas, rutas son con peaje. Hay una cabina en cada kilómetro. El dueño de los caminos, el Estado Argentino, entiende que si uno debe transitar por aquí debe tener suficiente dinero para pagar todos los peajes. Para los legisladores argentinos, ser infértil no es una enfermedad, por lo que las prepagas y las obras sociales no incluyen los tratamientos en sus planes médicos.

Son los mismos legisladores que no emiten una ley para que obligue a los productores de alimentos a incorporar una leyenda que asegure que los celíacos pueden consumirlo, otro camino sin sabores. Son los mismos legisladores que tienen cajoneada la Ley de Obesidad, pesado sendero por andar. Son los mismos legisladores que no modifican las leyes de Coparticipación y de Redistribución del Ingreso. Los pobres seguirán pidiendo en todos los caminos. Son los mismos legisladores que estarán obligados a tratar una ley que incluya a la infertilidad dentro de la cobertura médica obligatoria. Lo harán cuando mi esposa, yo y doscientas mil novecientas noventa y ocho personas más se adhieran firmando las planillas de "Sumate a dar Vida", la iniciativa popular lanzada el pasado 17 de mayo por el Foro Infertilidad-Arg.

Mi amor y yo seguimos caminando, buscando, soñando, deseando, haciendo camino al andar. Ahora, intentando suprimir los peajes.

Santiago Nogués - Junio 2008

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