Una retrospectiva hacia los inicios de las formas de comunicar. La soledad del templo, la espontaneidad informativa del viajero y los monitoreados canales de comunicación de hoy.
Dejemos flotando información, se sabe que la internacionalización de la red audiovisual viene hermanada con un alto grado de concentración de las noticias. Los multimedios entran en relación de parentesco a través de la transfusión de sangre (dinero-poder), trasnacionalizan y diversifican sus estrategias para controlar la producción de imágenes y de información. Dominan el mercado mundial, entre otras, la estadounidense AOL Time Warner, Disney, el australiano News Corp con Fox , el japonés Sony con Columbia. Algunas de estas multinacionales viven también del campo editorial (Time, News Corp). Por nuestros lares, podemos citar al multimedios Clarín (cable, telefonía, internet, editorial), versión nacional de esta tendencia que, junto también al “exitoso” empresario-testaferro Hadad, orientan sus tentáculos a circunscribir nuestra comunicación y con ello, parte de la realidad. Mejor suerte trae la existencia del corrosivo, que penetra en el poder de comunicación, aprovechándonos de los licenciosos paréntesis podemos observar a vuelo de pájaro retrospectivo que los multimedios actuales son antigüedades restauradas, y que por ejemplo, los editores de esta revista tienen mas años de los que creen.
En el teatro Griego de Eurípides, la licenciosa comedia aterraba a los partidarios del orden, su capacidad de representación simbólica, por medio del actor, formaban un medio de comunicación social a contranatura del poder de los reyes helénicos. Hubo reacciones por parte de la cúspide de la pirámide social, pero serán más tarde, los romanos quienes crearán las trabas jurídico legales de la censura. Desde el derecho se codifica y reglamenta la comunicación. La sociedad occidental, heredera del derecho romano, la aplicó y la aplica en muchos casos a favor de una comunicación consustancial al sistema de valores y creencias de quienes intentan dominar. El Esclavismo Romano se desintegrará dando lugar al Medioevo, la comunicación junto con el poder se concentrarán en los castillos y los templos, los eclesiásticos monopolizarán en gran parte la escritura y la información, los libros escritos o transcriptos a mano circularán en una elite reducida, en la soledad del templo. Ese control satelital de los cielos de antes y del de nuestros días, tiene y tendrá réplicas, se filtrará pues la espontaneidad informativa del viajero, del juglar y del comerciante empezará a tener, cuando la imprenta permita la reproducción mecánica de la escritura, mucha más fuerza. La información escrita empieza a tomar mucha importancia histórica enmarcada dentro de una pugna política entre una naciente burguesía y el poder aristocrático, como así también dentro del concierto religioso. La lucha terminará muchas veces con fuego, y la hoguera será, en el mejor de los casos, para el libro, cuando no para el hombre. Con el crecimiento de las ciudades a través del impulso comercial, la información comienza un paulatino desenclaustramiento, ruedan ideas por los aires, permitiendo, entre otras cosas, que un comerciante se haga traducir la Biblia y empiece a predicarla, según su propio y particular sentido, en lugares públicos. Generalmente, este tipo de acciones pasarán a formar parte del catálogo de la inquisición, sin embargo la imprenta irá permitiendo que, paulatinamente, las ideas tomen los aires para expandirse.
Aparentemente el primer impreso noticieril-contemporáneo es un relato italiano de 1475 sobre la toma de Caffa por los turcos. La información a través de la palabra irá tomando vida próspera, con la artesanía de la impresión, aparecerán los informativos, pero muchos lamentablemente, sin otra concepción que el ser mercancías producidas y vendidas, aunque, por suerte, en numerosos casos y a contracorriente seguirán resistiendo los artesanos de la palabra comunicada. Junto a la prensa comercial, y la oficial de quien gobernara -casi siempre unidas- sé dará forma a la prensa clandestina, que como un abanico dispara los aires de por abajo. Cuando los regímenes absolutis-tas empiezan a ser cuestionados, la prensa cumple un papel fundamental en la cristalización y orientación revolucionaria, pero no sólo como mensaje libre lanzado por periodistas o editores, sino como instrumento base para informar y concientizar, tarea que antiguamente requería alguien que leyera -un monitor- en voz alta porque se dirigía a un público analfabeto. Hoy los medios masivos cristalizan la conciencia y siguen existiendo, aunque en número quizás más reducido, los analfabetos. Igualmente es el monitor, literalmente, el que nos lee y no ya en una plaza pública, sino en nuestros hogares.
Entrado ya el siglo XX, aparece en la comunicación la palabra “masas”, la revolución industrial y el auge capitalista irán dando forma y rotularán como masas sociales al conjunto mayoritario de la población que, solo a través del voto, contemplará la ilusión de ser parte de una decisión mancomunada. La aparición de la ilusión, la persuasión y el control masivo, serán ya una realidad en la radio y el cine, esta tecnología dará vigor al peso de la ideología patriótica y nacionalista, de la moralidad en la herencia colectiva; ayudarán así a predeterminar que en la primera contienda mundial sean los pueblos, “las masas”, los que se trituren en las trincheras. Después, el nazismo desarrollará más aún el arte malicioso de la propaganda que contribuya a su éxito final. La televisión heredará la experiencia de la radio y el cine y todo lo que a su vez, radio y cine habían heredado de la cultura humana. Mientras la radio envía mensajes ciegos desde un centro emisor remoto, el cine impone la mueca del metalenjuaje del gesto al servicio de las verdades-evidencias. Con el cine y luego la TV, aparecen fuertemente la inoculación del modo de vida americano como estilo desenfadado, liberal e individualista de asumir las relaciones interhumanas. La estrella triunfadora de Hollywood o la estrella ganadora de Operación Triunfo nos habla de una mitología del vencedor sobre la que descansa la salud moral de un sistema basado en la libertad de competencia. Se conforma junto con ello, por primera vez, un medio capaz de burlar la limitación, espacio-tiempo capaz de difundir un mensaje uniforme y uniformador, en donde la imagen y el sonido se sitúan por encima de las lenguas, se traspasa la Torre de Babel, con la alianza del ruido y la imagen.
Si antiguamente la percusión del tambor o el ritmo de una danza amalgamaban a los miembros de una tribu, hoy en la gran sociedad ya no es posible infundir la indocilidad en el horno de la danza guerrera, se requiere un nuevo y más sutil instrumento para unir a miles e incluso millones en una masa coherente de seres humanos; esta nueva hoguera está llamada a templar el acero del belicoso entusiasmo.
Marchémonos del intempestuoso paréntesis informativo y retomemos el surco, hundamos toda esta información que dejamos flotar, como si ya no existiesen más los propietarios de los imperios comunicacionales que mencionamos en principio, pensemos que ya no dependemos ni de potencia gubernamental ni de potencias del dinero, sino exclusivamente de la conciencia de los que escriben y editan, pensemos en una publicación, no como un vehículo publicitario ni como un órgano de partido que bajo el pretexto de analizar la noticia difunden una rígida y moribunda ideología, pensemos en algo que nace como diversión, que reúne a un grupo de creadores, sin paga, decididos a inventar un nuevo lenguaje para comunicar ideas nuevas y de manera nueva, palabras no usadas como un megáfono de un jefe para amplificar los mismos cantares, sino como una palestra abierta a todos para una discusión de nuevo tipo.
Gracias chicos de Valor, por su intención, y por permitirme volar con las palabras en un manto de colores.
Javier Gnocchini - Mayo 2005.
Dejemos flotando información, se sabe que la internacionalización de la red audiovisual viene hermanada con un alto grado de concentración de las noticias. Los multimedios entran en relación de parentesco a través de la transfusión de sangre (dinero-poder), trasnacionalizan y diversifican sus estrategias para controlar la producción de imágenes y de información. Dominan el mercado mundial, entre otras, la estadounidense AOL Time Warner, Disney, el australiano News Corp con Fox , el japonés Sony con Columbia. Algunas de estas multinacionales viven también del campo editorial (Time, News Corp). Por nuestros lares, podemos citar al multimedios Clarín (cable, telefonía, internet, editorial), versión nacional de esta tendencia que, junto también al “exitoso” empresario-testaferro Hadad, orientan sus tentáculos a circunscribir nuestra comunicación y con ello, parte de la realidad. Mejor suerte trae la existencia del corrosivo, que penetra en el poder de comunicación, aprovechándonos de los licenciosos paréntesis podemos observar a vuelo de pájaro retrospectivo que los multimedios actuales son antigüedades restauradas, y que por ejemplo, los editores de esta revista tienen mas años de los que creen.
En el teatro Griego de Eurípides, la licenciosa comedia aterraba a los partidarios del orden, su capacidad de representación simbólica, por medio del actor, formaban un medio de comunicación social a contranatura del poder de los reyes helénicos. Hubo reacciones por parte de la cúspide de la pirámide social, pero serán más tarde, los romanos quienes crearán las trabas jurídico legales de la censura. Desde el derecho se codifica y reglamenta la comunicación. La sociedad occidental, heredera del derecho romano, la aplicó y la aplica en muchos casos a favor de una comunicación consustancial al sistema de valores y creencias de quienes intentan dominar. El Esclavismo Romano se desintegrará dando lugar al Medioevo, la comunicación junto con el poder se concentrarán en los castillos y los templos, los eclesiásticos monopolizarán en gran parte la escritura y la información, los libros escritos o transcriptos a mano circularán en una elite reducida, en la soledad del templo. Ese control satelital de los cielos de antes y del de nuestros días, tiene y tendrá réplicas, se filtrará pues la espontaneidad informativa del viajero, del juglar y del comerciante empezará a tener, cuando la imprenta permita la reproducción mecánica de la escritura, mucha más fuerza. La información escrita empieza a tomar mucha importancia histórica enmarcada dentro de una pugna política entre una naciente burguesía y el poder aristocrático, como así también dentro del concierto religioso. La lucha terminará muchas veces con fuego, y la hoguera será, en el mejor de los casos, para el libro, cuando no para el hombre. Con el crecimiento de las ciudades a través del impulso comercial, la información comienza un paulatino desenclaustramiento, ruedan ideas por los aires, permitiendo, entre otras cosas, que un comerciante se haga traducir la Biblia y empiece a predicarla, según su propio y particular sentido, en lugares públicos. Generalmente, este tipo de acciones pasarán a formar parte del catálogo de la inquisición, sin embargo la imprenta irá permitiendo que, paulatinamente, las ideas tomen los aires para expandirse.
Aparentemente el primer impreso noticieril-contemporáneo es un relato italiano de 1475 sobre la toma de Caffa por los turcos. La información a través de la palabra irá tomando vida próspera, con la artesanía de la impresión, aparecerán los informativos, pero muchos lamentablemente, sin otra concepción que el ser mercancías producidas y vendidas, aunque, por suerte, en numerosos casos y a contracorriente seguirán resistiendo los artesanos de la palabra comunicada. Junto a la prensa comercial, y la oficial de quien gobernara -casi siempre unidas- sé dará forma a la prensa clandestina, que como un abanico dispara los aires de por abajo. Cuando los regímenes absolutis-tas empiezan a ser cuestionados, la prensa cumple un papel fundamental en la cristalización y orientación revolucionaria, pero no sólo como mensaje libre lanzado por periodistas o editores, sino como instrumento base para informar y concientizar, tarea que antiguamente requería alguien que leyera -un monitor- en voz alta porque se dirigía a un público analfabeto. Hoy los medios masivos cristalizan la conciencia y siguen existiendo, aunque en número quizás más reducido, los analfabetos. Igualmente es el monitor, literalmente, el que nos lee y no ya en una plaza pública, sino en nuestros hogares.
Entrado ya el siglo XX, aparece en la comunicación la palabra “masas”, la revolución industrial y el auge capitalista irán dando forma y rotularán como masas sociales al conjunto mayoritario de la población que, solo a través del voto, contemplará la ilusión de ser parte de una decisión mancomunada. La aparición de la ilusión, la persuasión y el control masivo, serán ya una realidad en la radio y el cine, esta tecnología dará vigor al peso de la ideología patriótica y nacionalista, de la moralidad en la herencia colectiva; ayudarán así a predeterminar que en la primera contienda mundial sean los pueblos, “las masas”, los que se trituren en las trincheras. Después, el nazismo desarrollará más aún el arte malicioso de la propaganda que contribuya a su éxito final. La televisión heredará la experiencia de la radio y el cine y todo lo que a su vez, radio y cine habían heredado de la cultura humana. Mientras la radio envía mensajes ciegos desde un centro emisor remoto, el cine impone la mueca del metalenjuaje del gesto al servicio de las verdades-evidencias. Con el cine y luego la TV, aparecen fuertemente la inoculación del modo de vida americano como estilo desenfadado, liberal e individualista de asumir las relaciones interhumanas. La estrella triunfadora de Hollywood o la estrella ganadora de Operación Triunfo nos habla de una mitología del vencedor sobre la que descansa la salud moral de un sistema basado en la libertad de competencia. Se conforma junto con ello, por primera vez, un medio capaz de burlar la limitación, espacio-tiempo capaz de difundir un mensaje uniforme y uniformador, en donde la imagen y el sonido se sitúan por encima de las lenguas, se traspasa la Torre de Babel, con la alianza del ruido y la imagen.
Si antiguamente la percusión del tambor o el ritmo de una danza amalgamaban a los miembros de una tribu, hoy en la gran sociedad ya no es posible infundir la indocilidad en el horno de la danza guerrera, se requiere un nuevo y más sutil instrumento para unir a miles e incluso millones en una masa coherente de seres humanos; esta nueva hoguera está llamada a templar el acero del belicoso entusiasmo.
Marchémonos del intempestuoso paréntesis informativo y retomemos el surco, hundamos toda esta información que dejamos flotar, como si ya no existiesen más los propietarios de los imperios comunicacionales que mencionamos en principio, pensemos que ya no dependemos ni de potencia gubernamental ni de potencias del dinero, sino exclusivamente de la conciencia de los que escriben y editan, pensemos en una publicación, no como un vehículo publicitario ni como un órgano de partido que bajo el pretexto de analizar la noticia difunden una rígida y moribunda ideología, pensemos en algo que nace como diversión, que reúne a un grupo de creadores, sin paga, decididos a inventar un nuevo lenguaje para comunicar ideas nuevas y de manera nueva, palabras no usadas como un megáfono de un jefe para amplificar los mismos cantares, sino como una palestra abierta a todos para una discusión de nuevo tipo.
Gracias chicos de Valor, por su intención, y por permitirme volar con las palabras en un manto de colores.
Javier Gnocchini - Mayo 2005.
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