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Crónica del Río Hudson

Gabriela Calandra emigró a los Estados Unidos a principios de año. Nos cuenta cómo es vivir en el país del norte en un barrio de New Jersey. Una recorrida por las costumbres americanas, la onda multicultural, la accesibilidad a la salud y las posibilidades laborales para los inmigrantes.

Hace ya ocho meses que vivo en Union City, una de las tantas comunidades latinas de New Jersey, Estados Unidos. Desde sus calles, mirando hacia el este, puedo disfrutar de una de las mejores vistas del Río Hudson y más allá, de los rascacielos de Manhattan. New York City y su área metropolitana están acostumbradas a los inmigrantes y uno puede vivir aquí sin sentirse "tan" extranjero. Incluso el idioma español manda en algunos barrios y está de moda, por lo que no es necesario hablar inglés.

Si se está en el país legalmente, uno goza de diversos recursos para ir adaptándose al sistema. Organizaciones Internacionales y Fundaciones ayudan a los recién llegados con información sobre la ciudad, sus costumbres, el sistema de transporte público, promocionan salidas sociales y brindan cursos de inglés. Como el voluntariado es toda una institución por estos pagos, se encuentran cursos completamente gratuitos. Lo fundamental es saber que, si bien vivir aquí es muy caro, hay escuelas y programas de salud de acceso gratis.

Una de las primeras cosas que se debe hacer es abrir la mente para dejar de pensar que todos los americanos son "Bart Simpson comiendo hamburguesas en un parque de diversiones mientras tira misiles con los ojos vendados". Superada esa generalización, es posible llegar a entender, un poco, a una sociedad que se embandera detrás de principios muy firmes. Los libros para extranjeros enseñan que los valores básicos de América no sólo están profundamente arraigados sino plenamente vigentes. Así, la libertad individual que promueve una gran confianza en sí mismos; la igualdad de oportunidades que beneficia la competencia y el bienestar material que se obtiene si se trabaja duro, son las ideas que sustentan "el estilo de vida americano". Si algo une a este pueblo y a los inmigrantes que estamos recién llegados, es el deseo de progresar y la certeza de que se puede lograr.

Los estadounidenses, en su mayoría, son calurosos con el inmigrante y siempre están dispuestos a contestar sus preguntas. En el ámbito laboral, un modo de comenzar la búsqueda es utilizando los servicios de las agencias del gobierno que ofrecen sus computadoras, faxes, teléfonos y asistencia en forma gratuita. En un primer momento cuesta entender que en el Currículum Vitae, hay que focalizarse en las aptitudes y logros. Pero, por otro lado, es un placer no tener que contestar cuántos años tenés o si pensás casarte o tener hijos, preguntas habituales en Argentina. Tanto el mercado laboral como la diversidad de los estratos sociales favorecen al que sabe buscar, ya que hay muchas oportunidades.

Si bien migrar a un país con tantas ventajas económicas como los Estados Unidos es una suerte, no deja de ser cierto que el viaje, como toda mudanza, es dificilísimo. Es que las cosas de todos los días, esas que no miramos por habituales, cambian abruptamente: desde el sabor del agua corriente hasta los olores en las calles, cada cosa es nueva y diferente. Es un gran esfuerzo poder asimilar el cambio. Durante el invierno hay que acostumbrarse a que sea de noche a las 16.30, que en la primavera llueva día por medio y que, en verano, uno camina barrios y barrios sin encontrar el refrescante perfume de azahares y jazmines. Si bien existe un "boom" latino y las empresas hablan de “Marketing Multicultural”, los pies deben permanecer sobre la tierra para saber que Estados Unidos es un gran mercado y que sus ciudadanos son, antes que nada, consumidores.

Al tener latinos, asiáticos y afroamericanos poder adquisitivo, las empresas están afilando sus dientes orientando sus productos a los gustos "étnico" y "multicultural" y, en consecuencia, es muy fácil caer en los cantos de sirena del consumismo. Especialmente porque aquí hay crédito. Además, porque se considera normal ir "de paseo" a un centro comercial y salir cargado de paquetes. Una de las cosas que más me sorprendió, es que en las bolsas de basura hay desde computadoras hasta sillones, pasando por aparatos de gimnasia, televisores, aspiradoras, camas, cajas de regalos (aún sin abrir), ropa con la etiqueta aún colgando, macetas con plantas y una interminable lista de etcétera. Muchas personas gastan, desperdician y tiran con especial dedicación. El consumismo puede desorientar de tal forma, que incluso hay joyerías que alquilan sus alhajas a los que viajan de visita a sus países de origen y sienten la necesidad de demostrar que han triunfado como estrellas de "Hollywood". Aun así, una vez que se esquivan los comercios, la ciudad ofrece gratuitamente sus parques deportivos y recreativos, sus eventos culturales, sus continuos desfiles de San Valentín, de San Patricio, del Día de la Independencia o de las Colectividades, sus conciertos en el Lincoln Center o el Central Park.

Una vez más, confirmo que Estados Unidos están hechos a medida de buscadores. Es un país que respeta el impulso de los primeros colonos, de los que se atrevieron a correr las fronteras. Esta es una tierra donde Frank Sinatra todavía está cantando: "If I can make it there, I'm going to make it anywhere; It's up to you, New York, New York". "Si logro hacerlo allí, lograré hacerlo en cualquier lugar; depende ti, New York, New York".

Gabriela Calandra - Octubre 2003.


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