Un ambiente cálido y armónico, donde el esfuerzo de un grupo de artistas va dando sus frutos. A cinco años de su inauguración continúan con el esfuerzo cotidiano. La premiada obra El Soldadito de Plomo, traducida al inglés y al francés, cruza las fronteras. Será una de las sedes del 1er Festival Internacional de Teatro para Niños en noviembre de este año.
Afuera, un día gris, lluvioso, destemplado, frío. Al entrar, todo cambia. Se percibe un ambiente cálido y acogedor. Todo está en su lugar, ordenado, limpio, armónico. De repente, se abre la puerta de la sala de teatro y comienzan a salir, uno tras otro, una veintena de nenes y nenas con sus guardapolvos cuadrillé. Sus caritas lucen radiantes, alegres, inocentes. Guiados por las maestras, suben al micro que los llevará de regreso al jardín. Por último, sale Claudio, el titiritero y uno de los creadores de Espacios. Café de por medio, cuenta quiénes son, cómo surgió la idea, qué hacen, sus objetivos y sueños.
"Somos -él, su esposa Laura, su hermano Omar y su cuñada Silvia- un grupo de docentes y artistas", comienza a contar. Todo empezó cuando ellos, al querer capacitarse y for-marse, tenían que hacerlo viajando a la Capital, con todo lo que ello implica: trayecto largo, volver de noche, tiempo y contra-tiempos. Entonces, se les ocurrió remodelar la casa de la abuela de Silvia y crear una sala de teatro y un taller para dar clases. Al frente tenía dos locales vacíos que históricamente habían sido verdulería y carnicería."Veníamos a pi-cary levantar paredes, sacar y poner ventanas (las con-seguían en demoliciones) y cuando nos dimos cuenta, el proyecto había madu-rado y abrimos", recuerda.
Hoy, a cinco años de su inauguración, ofrecen cursos, talleres, seminarios, charlas gratuitas, espectáculos de música y teatro a la gorra para niños y adultos, exposiciones, cine-debate. También, llevan las propuestas para quienes no pueden acercarse, por cuestiones económicas, ya que consideran que "la cultura es para todos". Por ejemplo, van a un comedor de José León Suárez, donde además colaboran con comida y ropa.
Día a día, eligen trabajar con y para los chicos, quieren formarlos como espectadores, ayudarlos a aprender y a disfrutar del arte, que sepan que está ahí, al alcance de la mano, en su propio barrio. "El arte es un alimento para el alma", dice Claudio. Su amor y pasión por lo que hacen los hizo crecer y sostenerse a pesar de los inconvenientes. Con mucho esfuerzo y dedicación, y sin proponérselo, han logrado traspasar las fronteras. La obra de títeres El Soldadito de Plomo fue creada para esta comunidad y para su narración fue convocado Alfredo Alcón, quien sorpresivamente accedió con mucho gusto. Más tarde, hizo temporada en el Teatro Nacional Cervantes, los críticos la vieron y la elogiaron. Así, llegaron los premios y las invitaciones al interior y al exterior del país. Fue invitada a participar de festivales en España, Israel, Corea, Singapur, Estados Unidos, Malasia, para lo cual tuvieron que traducirla al inglés y al francés.
Otro de los logros conseguidos, en plena época de crisis, fue la formación de UTENOR, la unión de salas y grupos de teatro independiente de zona norte de Buenos Aires.
Por otro lado, las compañías de teatro se unieron en ATINA, y Espacios, en noviembre de este año, va a ser una de las cuatro sedes del Primer Festival Internacional de Teatro para Niños. Durante las vacaciones de invierno organiza el Festival de Espectáculos Infantiles, este año ya se realizó el 6º con trabajos profesionales.
Vale aclarar que este Centro Cultural cuenta con un ínfimo subsidio del Instituto Nacional del Teatro. Es decir, se sustenta con el apoyo de los vecinos que concurren a las actividades que organiza. Atravesaron tiempos muy duros, pero no bajan los brazos. "El ideal que nosotros tenemos de un ámbito para la cultura, está alejado de las posibilidades reales, y hacemos un esfuerzo enorme, desde lo personal, para intentar lograrlo", expresa el titiritero con todas sus energías. Tras meditar un instante agrega: "Nos proponemos sortear las dificultades porque sabemos que el balance a futuro es bueno, por eso tratamos de resistir". Una de las cosas que más les cuesta es la difusión. A veces, no tienen los medios económicos suficientes para hacer llegar a todos la programación.
Espacios tiene permanentemente abierta la convocatoria a los artistas plásticos y fotógrafos locales, para poder así ofrecerle al barrio lo que en él se produce. El mensaje que se quiere transmitir es: "El desafío es conectar a la gente con el arte, que se anime a acercarse y a descubrirlo".
Alejandra Cinquemani - Octubre 2003.
Afuera, un día gris, lluvioso, destemplado, frío. Al entrar, todo cambia. Se percibe un ambiente cálido y acogedor. Todo está en su lugar, ordenado, limpio, armónico. De repente, se abre la puerta de la sala de teatro y comienzan a salir, uno tras otro, una veintena de nenes y nenas con sus guardapolvos cuadrillé. Sus caritas lucen radiantes, alegres, inocentes. Guiados por las maestras, suben al micro que los llevará de regreso al jardín. Por último, sale Claudio, el titiritero y uno de los creadores de Espacios. Café de por medio, cuenta quiénes son, cómo surgió la idea, qué hacen, sus objetivos y sueños.
"Somos -él, su esposa Laura, su hermano Omar y su cuñada Silvia- un grupo de docentes y artistas", comienza a contar. Todo empezó cuando ellos, al querer capacitarse y for-marse, tenían que hacerlo viajando a la Capital, con todo lo que ello implica: trayecto largo, volver de noche, tiempo y contra-tiempos. Entonces, se les ocurrió remodelar la casa de la abuela de Silvia y crear una sala de teatro y un taller para dar clases. Al frente tenía dos locales vacíos que históricamente habían sido verdulería y carnicería."Veníamos a pi-cary levantar paredes, sacar y poner ventanas (las con-seguían en demoliciones) y cuando nos dimos cuenta, el proyecto había madu-rado y abrimos", recuerda.
Hoy, a cinco años de su inauguración, ofrecen cursos, talleres, seminarios, charlas gratuitas, espectáculos de música y teatro a la gorra para niños y adultos, exposiciones, cine-debate. También, llevan las propuestas para quienes no pueden acercarse, por cuestiones económicas, ya que consideran que "la cultura es para todos". Por ejemplo, van a un comedor de José León Suárez, donde además colaboran con comida y ropa.
Día a día, eligen trabajar con y para los chicos, quieren formarlos como espectadores, ayudarlos a aprender y a disfrutar del arte, que sepan que está ahí, al alcance de la mano, en su propio barrio. "El arte es un alimento para el alma", dice Claudio. Su amor y pasión por lo que hacen los hizo crecer y sostenerse a pesar de los inconvenientes. Con mucho esfuerzo y dedicación, y sin proponérselo, han logrado traspasar las fronteras. La obra de títeres El Soldadito de Plomo fue creada para esta comunidad y para su narración fue convocado Alfredo Alcón, quien sorpresivamente accedió con mucho gusto. Más tarde, hizo temporada en el Teatro Nacional Cervantes, los críticos la vieron y la elogiaron. Así, llegaron los premios y las invitaciones al interior y al exterior del país. Fue invitada a participar de festivales en España, Israel, Corea, Singapur, Estados Unidos, Malasia, para lo cual tuvieron que traducirla al inglés y al francés.
Otro de los logros conseguidos, en plena época de crisis, fue la formación de UTENOR, la unión de salas y grupos de teatro independiente de zona norte de Buenos Aires.
Por otro lado, las compañías de teatro se unieron en ATINA, y Espacios, en noviembre de este año, va a ser una de las cuatro sedes del Primer Festival Internacional de Teatro para Niños. Durante las vacaciones de invierno organiza el Festival de Espectáculos Infantiles, este año ya se realizó el 6º con trabajos profesionales.
Vale aclarar que este Centro Cultural cuenta con un ínfimo subsidio del Instituto Nacional del Teatro. Es decir, se sustenta con el apoyo de los vecinos que concurren a las actividades que organiza. Atravesaron tiempos muy duros, pero no bajan los brazos. "El ideal que nosotros tenemos de un ámbito para la cultura, está alejado de las posibilidades reales, y hacemos un esfuerzo enorme, desde lo personal, para intentar lograrlo", expresa el titiritero con todas sus energías. Tras meditar un instante agrega: "Nos proponemos sortear las dificultades porque sabemos que el balance a futuro es bueno, por eso tratamos de resistir". Una de las cosas que más les cuesta es la difusión. A veces, no tienen los medios económicos suficientes para hacer llegar a todos la programación.
Espacios tiene permanentemente abierta la convocatoria a los artistas plásticos y fotógrafos locales, para poder así ofrecerle al barrio lo que en él se produce. El mensaje que se quiere transmitir es: "El desafío es conectar a la gente con el arte, que se anime a acercarse y a descubrirlo".
Alejandra Cinquemani - Octubre 2003.
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