miércoles

Esa Poca de Sal

Ya ha corrido mucha agua debajo del puente, a lo largo del torrente me ha sobrado y me ha faltado inspiración. Esto puede llegarse a leer muy descabellado, pero es que me duele el corazón.

Pareciera ser un cuento de una de las peores pesadillas del cine dramático, pero siempre la realidad supera a la ficción. A todos algo ya nos ha golpeado duro, y dolorosamente esta situación no se puede soportar un instante más.
No sé qué es peor, si que nos den consejos o nos den razones. Aun así, no hay forma de explicarlo. Hace tiempo que creemos haber tocando fondo y que las cosas van a estar mejor. Pero la creatividad de nuestros dirigentes y de la malicia de nuestra sociedad amedrenta cotidianamente con seguir cavando, inclusive encontrándonos en el fondo del pozo.

Es hora de volver a las fuentes, a las cosas que nos hacían bien. Es tiempo de recobrar el valor de la palabra, que la honestidad y la bondad de cada hombre de bien de nuestra Ballester contagie a otro, a uno más cada día y a muchos más cada vez, como si la aparentemente desinteresada rueda utópica del drama “Cadena de Favores” funcionara.

He utilizado hasta aquí muchas frases de Fito Paez, quien desde siempre ha entendido y retratado la realidad como pocos. Seguiré usurpando, entonces, para dar fin a este editorial, que no tiene ningún otro objetivo más allá del hermoso deseo de ser mejor cada día, compartiendo con todos ustedes cada pequeño paso que damos en pos de una comunidad más culta, pacífica, en fin, una comunidad mejor.

Es tan fuerte la anestesia que ha dormido al mundo, que es menester nuestro compromiso y nuestra voluntad, a reclamar que cada uno ejecute su actividad con el corazón, para no ser nosotros quienes atrasemos las agujas del reloj. No creo en casi nada, que no salga del corazón. Hay un tren que va directo al centro del amor, tomémoslo. No existe manera de saber cuándo volverá a pasar. Por eso, éste es el momento crucial en el que debemos ser protagonistas de nuestra propia realidad. Volver a empezar, volver a soñar, ya que no hay mejor guía que las utopías. No nos dejemos desanimar por el mundo, dichosos los que se atreven a atravesar el desierto. El sabor de lo posible regenerará las esperanzas y las fuerzas, como las lluvias tropicales alimentan a las selvas.

Fito me perdonará por semejante plagio, pero el mensaje es tan claro como válido “Hay que volver a sentir que no se puede vivir sin esa poca de sal”. Perdón y gracias Fito.


Marzo 2004.


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