miércoles

Fue un Enamoramiento Mutuo

Con esta frase se refiere a su encuentro con el teatro. Fue casi casual pero eterno. En una charla muy amena, el actor de teatro, cine y televisión, abrió su corazón y dejó fluir sus recuerdos más profundos.

En una calurosa tarde de verano, tomando algo refrescante en una tranquila cafetería de la Ciudad de Buenos Aires, el actor Arturo Bonín conversó con Valor. Recordó su infancia en el barrio, sus primeros pasos en la actuación, sus distintos trabajos, las persecuciones sufridas y, además, habló de su vida actual.

-¿Cómo era el niño que vivía en Villa Ballester?
-Cuando tenía cuatro años, mis viejos alquilaron una casa en Pueyrredón 538 por dos o tres años y luego nos mudamos a Rioja 442, la cortada a media cuadra de la comisaría. Al lado, había un terreno baldío que era todo para nosotros, un día era la selva de Tarzán, otro las montañas de Arizona, lo que quisiera nuestra imaginación en ese momento. Con una barra de amigos (Tito, Carlos, Oscar, los hermanos Grande, entre otros) compartíamos increíbles e inolvidables aventuras.

-Además de jugar con amigos, ¿qué otra cosa lo entretenía?
-Vi por primera vez televisión a los 11 años. Se instaló en la calle Alvear una unidad básica y ponían un televisor y los domingos íbamos a ver los partidos de fútbol. Mi diversión, a parte de jugar con los chicos, era ir al cine, por lo menos, un par de veces por semana. A la mañana iba a la escuela (la Nº3) y la tarde la pasaba en el cine Sarmiento. Lamentablemente, cerraron todos los cines que había en esa época en la zona. Me gustaba el cine como espectador, nunca imaginé ganarme la vida con él.

-¿Por qué eligió la actuación?
-A los 15 años, unos amigos me preguntaron si quería ir al curso de teatro que daban en el colegio Comercial. A esa edad, lo que interesaba era si había chicas, y como las había, me colé y fui. Siempre cuento que no conseguí novia pero descubrí al teatro y el teatro me descubrió a mí, y fue un enamoramiento mutuo y profundo.

-¿A partir de cuándo pudo empezar a vivir del trabajo como actor?
-Desde 1981 vivo de mi profesión.

-Entonces, ¿es posible vivir de la actuación?
-Soy uno de los doblemente privilegiados en este país, ya que tengo trabajo, por un lado, y trabajo de lo que me gusta, por otro. He pasado épocas en que corría la coneja y había que buscar una alternativa de vida, pero nunca renuncié a esta posibilidad de ser actor.

-¿Cuál fue el primer trabajo de adolescente, la primer changuita?
-Cortador de puntillas, con un amigo de Ballester, Rodolfo Greco. Ese fue mi primer laburo rentado. Después trabajé en la oficina de compras en una fábrica de calderas, hice el servicio militar, un curso de máquinas de contabilidad IBM y entré a trabajar en la Fábrica Argentina de Alpargatas. Luego me independicé y vendía seguros, un sistema de ahorro y préstamo, rulemanes. Hasta tuve un kiosco. Mientras tanto hacía teatro, no había otra posibilidad, televisión y cine eran cosas inalcanzables.

-Pero llegaron...
-Un director de televisión vino un día a ver una de las funciones que estaba haciendo en el teatro y me preguntó por qué no trabajaba en televisión. Porque nunca me había llamado nadie, le contesté. Entonces me explicó que ese no era el mecanismo y que era yo el que tenía que ir a buscar trabajo. A loque respondí que no lo iba a hacer, y que me vinieran a buscar si querían. Le gustaba como actor y un día me llamó para que empezara a trabajar.

-¿Qué personaje cree que la gente recuerda más?
-Paradójicamente, lo que más recuerda la gente no es un personaje, sino a mí escondido atrás de un personaje. Era yo relatando historias en un programa de investigación periodística que se llamó Yo fui testigo, en el que nunca dije nada que no estuviera de acuerdo.

-¿Sufrió algún tipo de persecución por defender sus ideas?
-Sí, amenazas. Formaba parte de un grupo de teatro y fuimos amenazados individual y colectivamente. Entre los años ’74 y ’82, hacía obras que eran una crítica a la situación que se estaba viviendo y que a los dictadores que ostentaban el poder, les resultaban bastante irritantes. Nos creíamos inmortales y, además, estábamos haciendo lo que queríamos desde un lugar donde no le faltábamos el respeto a nadie.

-¿Le gustaría hacer algo en política partidaria?
-Me han ofrecido candidaturas. Una vez, hablando con un político, me ofreció un lugar de trabajo concreto dentro de un esquema político partidario. Le agradecí y le dije que no tenía vocación de político. Y así lo sostengo.

-¿Cree que se puede hacer política sin tener que pertenecer a un partido?
-Sí, de hecho, considero que hago política. Lo que pasa es que, usualmente, está mal usada la palabra política, como todas las palabras en tiempos de paz, se estrenó el 28 de enero en el Teatro de la Comedia. El autor, que es brasilero, estaba en una reunión con un grupo de autores y actores después del atentado a las Torres Gemelas. A uno de ellos se le ocurrió preguntarse si tenía sentido seguir haciendo teatro después de esa hecatombe y de la guerra que se avecinaba. Y escribió esta obra a partir de ese interrogante. No habla del atentado sino del valor del teatro, del encuentro de dos culturas, del arte como vehículo de comunicación.

-¿Cómo es actuar con la pareja?
-Es bárbaro. Nosotros estamos juntos hace ya veinticinco años. No entiendo a aquellos que compiten. Si nos elegimos con otra persona para compartir el resto de nuestras vidas, porqué no compartir el trabajo también. Siempre digo: me doy vuelta en la cocina y la veo, me doy vuelta en la cama y la veo, me doy vuelta en el escenario y también la veo. ¡Y está todo bien! Sin embargo, hace unos meses se nos presentó la disyuntiva de dejar de hacer el espectáculo juntos para hacer cada uno otra obra con directores con los que nunca habíamos trabajado. Nos parece que va a ser enriquecedor desde lo personal y, seguramente, va a serlo también para la pareja.

-¿Tuvo alguna novia en el barrio?
-Varias.

-Entonces dejó algún corazón roto.
-Me han roto el corazón a mí también, más de una vez, en el Colegio Santa Ana, en el Comercial. Lo he tenido que restaurar varias veces mi corazoncito.

-¿Hay algún personaje que no haya hecho y que le gustaría interpretar?
-Siempre es el próximo, no hay un papel determinado. Lo que me gusta es trabajar, esta posibilidad de no perder, retomando mi niñez en Ballester, ese chico que salía a la cortada y ese terreno que estaba al lado de mi casa, que un día eran las montañas de Oklahoma y otro era la selva amazónica. Sigo jugando con eso, me sigue conectando con Ballester y me conecta con lo mejor de mí. Creo que es lo mejor que tengo, el ejercer mi profesión desde este lugar.

Alejandra Cinquemani - Marzo 2004.


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