sábado

Saavedra Lamas y Pérez Esquivel

Carlos Saavedra Lamas fue el primer latinoamericano en ser premiado. En 1980, le otorgan el Nobel al argentino Adolfo Pérez Esquivel. Razones, fundamentos, diferencias del máximo galardón más esperado por todos.

Y el mundo... y este fantástico mundo, afortunadamente, se resiste a desaparecer de una vez y para nunca más. Se resiste para que cada generación que viene tenga una oportunidad para que le den paz y respiro. Como en el ajedrez, un movimiento siempre se puede hacer. Lo bueno que el mundo, hasta ahora dispuso unas reglas que invalidan el jaque mate. Aunque el jaque existió, existe, existirá. Y el mundo... y el mundo se arreglaba solo con sus propias tragedias: huracanes, inundaciones, "Muevo las placas tectónicas para aquí o para allá, total, si chocan, se hacen montañas y algún hombre inventará el ski y el snowboard". Al hombre le gusta jugar, le gusta ser protagonista, le gusta hacer y deshacer. Le gusta hacer su aporte para mejorar las cosas. El Premio Nobel de la Paz. El Premio más esperado, es el único de los galardones Nobel que se le puede otorgar a un individuo, a varios o a instituciones.

También, es el reconocimiento que más facilita la polémica, no sólo por la postulación y selección de candidatos sino por lo poco perenne de los resultados de sus galardonados. Y este es el punto donde la Argentina, con sus dos laureados hombres de Paz, corre con alguna ventaja. Dr. Carlos Saavedra Lamas y Adolfo Pérez Esquivel.Lo interesante no es juzgar si el premio fue bien otorgado, sino ver realmente que los logros y eventos destacados han perdurado o cerrado ciclos de violencia, momentos que bien valen la pena recordar para, utópicamente, vivir para no repetirlos. En el caso de Carlos Saavedra Lamas, podremos debatir si fue adecuado el Premio Nobel de Paz en 1936 por su rol en la finalización de la guerra del Chaco Paraguayo entre Bolivia y Paraguay. Guerra, hoy, lejana para el tiempo, lejana para al mundo, pero que por lo menos debiéramos recordar que se cobró alrededor de ciento cincuenta mil vidas. Y sobre todo que la bibliografía "acusa" a dos empresas petroleras, Standard Oil y la Royal Ducth Shell, de instigar el conflicto por la supuesta existencia de yacimientos en zona limítrofe de ambos países. Saavedra Lamas, Canciller en esos días, fue un firmante en Río de Janeiro del Protocolo de Paz que pone fin al conflicto bélico. No sólo este funcionario fue el primer argentino, sino el primer latinoamericano en ser laureado con el Premio Nobel de la Paz. Agustín P. Justo, lo designa Canciller al Dr. Saavedra Lamas el 20 de febrero de 1932. Durante su gestión, la Argentina ingresa a la Sociedad de las Naciones, hoy Naciones Unidas. Alguien podrá decir que las guerras no se terminaron, ni se terminarán. El galardón en 1936 no evitó los genocidios que ejecutó la Segunda Guerra Mundial de 1939 a 1945 en casi todo el globo terráqueo. Pero, sí se premió una pequeña semilla en un lugar del mundo, aunque con falencias, logró no usar fusil alguno para entenderse. En esa década llegaba al mundo, Adolfo Pérez Esquivel, este argentino nacido en 1931, y graduado de la Escuela Nacional de Bellas Artes y de la Universidad Nacional de La Plata, premiado en 1980 por su lucha en defensa de los derechos humanos en nuestro país. Aquí, nuestro segundo premio Nobel de la Paz reedita algo que Saavedra Lamas había logrado décadas anteriores. Esto es, ser premiado sobre algo que, en lo que respecta al país, ha perdurado de alguna forma.

El Nobel olvidado, como a veces se lo conoce a Pérez Esquivel, fue responsable durante el Golpe Militar iniciado en 1976 en Argentina, de consolidar organizaciones populares que peleaban por la defensa de los derechos humanos y de apoyo a las familias de las víctimas. Este laureado hombre de paz fue detenido por la policía militar brasileña en 1975 y encarcelado en 1976. Crea el Servicio de Paz y Justicia como vehículo formal para la defensa de los Derechos Humanos. Esta organización se ocupaba de hacer campaña de difusión del accionar del gobierno militar.

Es por eso que merece la siguiente reflexión: ¿Qué podemos decir del Premio Nobel de la Paz a Arafat y Rabin en forma conjunta o a Mijail Gorbachov? Estos hombres fueron premiados por haber luchado por algo que no se alcanzó finalmente, o por lo menos no fue un logro que haya sido sostenido en el tiempo.

Hoy, Palestinos e Israelíes continúan en un enfrentamiento intestino y transferido a nuevas generaciones, que pocos creen, en el mundo, que tendrá solución. Cuanta vigencia, entonces, tiene el incumplido Tratado de Paz de Oslo y su consecuente Premio Nobel de Paz. Rusia, hoy, está sumida en una estructura económico social difusa, con fuertes quiebres sociales y sin un plan claro de Nación, como así, el resto de las naciones que componían la desmantelada Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas. Pero está bien, la paz vino con la caída del muro de Berlín, el desmantelamiento del Pacto de Varsovia y su bipolar Guerra Fría. Gorbachov, aquí, cumplió su propio objetivo. Es muy probable que cuando inició su carrera al Kremlin fue para cambiar el status quo de las cosas. No sería posible, sino, reformular el mundo entero de un día para el otro. No es posible que en sus comienzos haya podido revelar su magnánimo plan, pues nadie le hubiese permitido crecer.

El Premio Nobel de la Paz es el premio de más prestigio. Tiene vigencia por lo que significa en la búsqueda de la paz entre los hombres. En forma poco ambiciosa, a mí parecer, creo que se están premiando esos chispazos de buenas intenciones, inteligentes intenciones de mantener no extinta a la raza humana que se obstina con su autoeliminación.

Creo que, como reflexión final, y sólo final de estas líneas, invito a pensar sobre el por qué debemos vivir en un mundo que deba premiar a quien lucha por algo que debiera ser inherente al hombre y su mundo.

Lamentablemente, vivimos, asistimos y protagonizamos un mundo con agresiones que nada nos dejan, de intereses espurios que nada nos dejan, y que la paz es, aún, un bien escaso.

Alejandro Budmann - Diciembre 2003.


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