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Cielo o Infierno

Si hacer política sólo significase dedicarse a los asuntos de un estado o pueblo, quizás la IV Cumbre de las Américas hubiera producido un intercambio fructífero de ideas para el desarrollo común de América.

Si ser honesto, frontal y directo no fueran sólo frases que se anteponen a una mentira o engaño, muchas de las declaraciones vertidas en la reunión de Mar del Plata no se hubieran realizado. En cambio, se habrían ofrecido serias y organizadas conferencias de prensa.

Si verdaderamente nos preocupáramos por nuestra Argentina, otros “asesinos”, más cercanos y más dañinos que Bush, destruyen nuestro suelo, matan de hambre a nuestros niños, e hipotecan nuestro futuro. En tal caso, no hubiera tenido esa exposición televisiva la llegada de uno de los treinta y cuatro asistentes a la Cumbre.

Un vecino se ocupa de su casa, un intendente de su municipio, un gobernador de su provincia y un presidente de su país. El egoísmo celoso nunca logrará objetivos comunes. Tantos millones de pesos destinados al evento en la Ciudad Feliz y el producto de ella son declaraciones cruzadas entre líderes, que lejos de ayudar, cooperar y proponer soluciones, sólo buscan una mejor exposición pública.

Ni las cumbres fueron una victoria para el petrolero enemigo del imperio, ni Mc War está feliz de ayudar a nadie, ni el A.L.C.A. está enterrado como dice el mediático Maradona, y a veces, ni Fox ni el pingüino parecen ocuparse de sus países. Si tuviera que emitir juicio, cantaría lo que Fito Paéz: “Cielo o infierno, lo mismo da”.

Gabriel Spinazzola - Noviembre 2005.

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