Queridos lectores:
Continuamos con este espacio dedicado a la literatura, para hablar de libros, de escritores y lectores. Espero que lo sientan también de ustedes y que lo podamos construir juntos. Antes que nada, quiero agradecer a Alejandra Cinquemani y a Gabriel Spinazzola por esta posibilidad, para mí es un placer participar en el proyecto de esta revista que pone tanta garra a la difusión de la cultura.
Alguna vez leí que el éxito de una obra se verifica cuando, al terminar la lectura, nos quedamos unos instantes en silencio, nuestras manos aún sosteniendo el libro, la mirada en un punto indeterminado, en un completo y momentáneo olvido del mundo.
Hace poco conversé con J. (pongo sólo la inicial como hace Rosa Montero en su último libro, me muero por parecerme a ella), decía que hablé con esta mujer que considero una lectora competente, sobre los beneficios de los talleres de lectura y de la lectura en sí.
Me parece que uno de esos beneficios es que al refugiarnos en los libros nos evadimos por un rato de las presiones cotidianas, es más, es un comentario frecuente en el taller. Y en este punto nos preguntamos con J. si este poder de evasión es una virtud importante o sólo una cuestión secundaria. Queda el debate abierto para aquellos que quieran acercarme su opinión, pueden hacerlo por mail, en los próximos números y en la medida de lo posible, las compartiremos en este espacio.
En todo caso, importante o no, ese estado disperso y fugaz, que algunos llaman efecto estético o goce del texto siguiendo a R. Barthes, es el indicador de que estamos frente a una obra de calidad, algo así como el buen sabor que demuestra que una fruta ya está madura.
Y vamos a empezar a repartir frutas, por ejemplo El retrato de Dorian Gray, novela de Oscar Wilde. Es un clásico que, con un poco de paciencia, pueden ubicar en librerías de viejo, y comprar a un precio bajo. Si no lo encuentran entre los libros nuevos, pueden pedir en el mostrador de las librerías que se fijen en la computadora qué editoriales lo trabajan, y encargarlo.
Dice O. Wilde en el prefacio de este libro:
Todo arte es, simultáneamente, superficie y símbolo.
Aquéllos que buscan bajo la superficie, lo hacen corriendo su propio riesgo.
El arte refleja al espectador y no a la vida.
Se habrán dado cuenta de que estas palabras introducen un libro prometedor. Desde la primera página encontrarán intrigas para mantenerse despiertos, la mejor muestra del humor irlandés, inteligente y ácido (adivino que se esforzarán por memorizar muchas de sus frases), un buceo por la psicología y conductas humanas, y a su manera un manifiesto estético, el prefacio de hecho lo es.Y para despertarles la curiosidad, aquí les ofrezco algunos escones:
“Usted sabe que nosotros, pobres artistas, tenemos que dejarnos ver en sociedad de cuando en cuando, lo suficiente para recordar que no somos unos salvajes. Con un frac y una corbata blanca... todo el mundo, hasta un agente de Bolsa, puede llegar a tener la reputación de un ser civilizado.”
“-La risa no es un mal comienzo de amistad, ni mucho menos, y está lejos de ser un mal final...”
“Elijo a mis amigos por su buena figura; a mis simples conocidos por su buen carácter y a mis enemigos por su buena inteligencia.”
“-¡Oh, los hermanos! No me interesan los hermanos. Mi hermano mayor no quiere morirse, y los más chicos parece que quieren imitarlo.”
El retratro de Dorian fue adaptado a versiones cinematográficas como suele pasar con los clásicos de la literatura. Por supuesto que no está de más que vean la película, sólo les aclaro que el texto es insustituible, más allá del argumento, el estilo de O. Wilde, en sí mismo, es el plato fuerte.
Hasta aquí llegamos hoy, les agradezco su atención y me despido, nos encontraremos en el próximo número.
Andrea Geslin - Noviembre 2004.
andreageslin@yahoo.com.ar
Continuamos con este espacio dedicado a la literatura, para hablar de libros, de escritores y lectores. Espero que lo sientan también de ustedes y que lo podamos construir juntos. Antes que nada, quiero agradecer a Alejandra Cinquemani y a Gabriel Spinazzola por esta posibilidad, para mí es un placer participar en el proyecto de esta revista que pone tanta garra a la difusión de la cultura.
Alguna vez leí que el éxito de una obra se verifica cuando, al terminar la lectura, nos quedamos unos instantes en silencio, nuestras manos aún sosteniendo el libro, la mirada en un punto indeterminado, en un completo y momentáneo olvido del mundo.
Hace poco conversé con J. (pongo sólo la inicial como hace Rosa Montero en su último libro, me muero por parecerme a ella), decía que hablé con esta mujer que considero una lectora competente, sobre los beneficios de los talleres de lectura y de la lectura en sí.
Me parece que uno de esos beneficios es que al refugiarnos en los libros nos evadimos por un rato de las presiones cotidianas, es más, es un comentario frecuente en el taller. Y en este punto nos preguntamos con J. si este poder de evasión es una virtud importante o sólo una cuestión secundaria. Queda el debate abierto para aquellos que quieran acercarme su opinión, pueden hacerlo por mail, en los próximos números y en la medida de lo posible, las compartiremos en este espacio.
En todo caso, importante o no, ese estado disperso y fugaz, que algunos llaman efecto estético o goce del texto siguiendo a R. Barthes, es el indicador de que estamos frente a una obra de calidad, algo así como el buen sabor que demuestra que una fruta ya está madura.
Y vamos a empezar a repartir frutas, por ejemplo El retrato de Dorian Gray, novela de Oscar Wilde. Es un clásico que, con un poco de paciencia, pueden ubicar en librerías de viejo, y comprar a un precio bajo. Si no lo encuentran entre los libros nuevos, pueden pedir en el mostrador de las librerías que se fijen en la computadora qué editoriales lo trabajan, y encargarlo.
Dice O. Wilde en el prefacio de este libro:
Todo arte es, simultáneamente, superficie y símbolo.
Aquéllos que buscan bajo la superficie, lo hacen corriendo su propio riesgo.
El arte refleja al espectador y no a la vida.
Se habrán dado cuenta de que estas palabras introducen un libro prometedor. Desde la primera página encontrarán intrigas para mantenerse despiertos, la mejor muestra del humor irlandés, inteligente y ácido (adivino que se esforzarán por memorizar muchas de sus frases), un buceo por la psicología y conductas humanas, y a su manera un manifiesto estético, el prefacio de hecho lo es.Y para despertarles la curiosidad, aquí les ofrezco algunos escones:
“Usted sabe que nosotros, pobres artistas, tenemos que dejarnos ver en sociedad de cuando en cuando, lo suficiente para recordar que no somos unos salvajes. Con un frac y una corbata blanca... todo el mundo, hasta un agente de Bolsa, puede llegar a tener la reputación de un ser civilizado.”
“-La risa no es un mal comienzo de amistad, ni mucho menos, y está lejos de ser un mal final...”
“Elijo a mis amigos por su buena figura; a mis simples conocidos por su buen carácter y a mis enemigos por su buena inteligencia.”
“-¡Oh, los hermanos! No me interesan los hermanos. Mi hermano mayor no quiere morirse, y los más chicos parece que quieren imitarlo.”
El retratro de Dorian fue adaptado a versiones cinematográficas como suele pasar con los clásicos de la literatura. Por supuesto que no está de más que vean la película, sólo les aclaro que el texto es insustituible, más allá del argumento, el estilo de O. Wilde, en sí mismo, es el plato fuerte.
Hasta aquí llegamos hoy, les agradezco su atención y me despido, nos encontraremos en el próximo número.
Andrea Geslin - Noviembre 2004.
andreageslin@yahoo.com.ar
2 comentarios:
increible que cites a Barthes y digas lo que digas. De este autor te recomiendo´"crítica y verdad", te va a aclarar unas cuantas cuestiones.
Se ve que citas sin haber leído: En su artículo "de la obra al texto" Barthes explica por que no hablar de obra (como vos lo haces a lo largo e todo el artículo), sino de texto. Leelo, te va a ayudar.
Y no, la obra no es buena cuando te hace olvidar del mundo, sino cuando se intala en una relación dialéctica con el mundo, cuando permite ver la cesura que separa al texto y la vida, pero que justamente desde allí se instala. pue sla obra es una forma de acción sobre la vida ("historia y conciencia de clase" de Lukács es una lectura obligatoria, te comento, para hablar del tema. Benjamin, leetelo todo).
Querido lector, comparto la admiración por los autores que mencionas en tus críticas.
Estoy de acuerdo en que mis notas no realizan un análisis del discurso, no lo pretenden. El contrato de lectura es otro.
Quisiera colaborar con un granito de arena en la difusión de la literatura, llegar, también, a aquellos que no tienen nociones de teoría literaria, quizá ningún tipo de formación académica.
Nuestra revista no se especializa en literatura. Te recomiendo que leas publicaciones como Omero, La guacha o Diario de poesía que te complacerán en ese sentido.
Es importante contagiar ganas de acercarse al arte, en cualquiera de sus expresiones, de eso se trata.
Te agradezco de corazón tus palabras, y bienvenido a este espacio que estamos construyendo entre todos.
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