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Tu Tierra te está Esperando

La Reserva Natural Otamendi presenta una gran diversidad de ambientes naturales: el monte ribereño, el pajonal, y el pastizal pampeano. Cuenta con un vivero educativo que promueve el uso de árboles nativos.

Hace unos meses me surgió la inquietud de saber cómo eran los antiguos parajes de la Ciudad de Buenos Aires, inclusive antes de la colonización española. Indagando, llegué hasta la Reserva Nacional Otamendi, a tan sólo sesenta kilómetros de la ciudad y algo más cerca para los que vivimos en el conurbano.

Se trata de una superficie cercana a las 3.000 hectáreas, donde desde 1990 se retiraron los animales de pastoreo para conservar la zona de forma natural. Sin embargo, en 2003 se comenzó con la lucha contra las especies florales “foráneas” como la carda, que no son propias de estas tierras y quitan espacio a las plantas que se desean recuperar y preservar. El objetivo es recuperar las especies autóctonas, que los pastizales y barrancos sean fiel expresión de lo que fueron hace más de quinientos años, protegiendo una de las últimas muestras de los ambientes naturales cercanos a Buenos Aires: selvas ribereñas del Paraná de las Palmas, bajos asociados al Delta del Paraná, barrancas naturales con bosques de Tala y zonas altas con pastizales pampeanos, y también amparando especies amenazadas como el Ciervo de los Pantanos, el Lobito de Río y el Federal.

Una bella mañana de domingo, el cielo está despejado y bien celeste. La Reserva está tranquila pero preparada para recibir a turistas, familias y a todo aquel que quiera disfrutarla. El aire es fresco, dulce, distinto. Baila junto a los pájaros un aroma desconocido, muy agradable. Me enteraré luego: es el perfume de una planta que disfrutaban los aborígenes de estos lares, y que próximamente estará en mi jardín: la carqueja.

“En la Reserva funciona un vivero de árboles nativos, con cincuenta especies de todo el país, exceptuada la Patagonia, por factores climáticos. El vivero promociona el uso de nativas, tanto en plantaciones privadas, como para municipios, escuelas y organizaciones no gubernamentales (O.N.G.)”, cuenta con orgullo el Guardaparques Walter Maciel.

-¿Qué actividades realiza el vivero?
-Por ejemplo, si un municipio quiere forestar una avenida o una plaza, o si una escuela o entidad quiere plantar un árbol, desde el vivero los asesoramos acerca del uso de un árbol nativo, para que en vez de un pino, un fresno o un abeto, planten un lapacho, un jacarandá, un ceibo o un tala. Además les recomendamos según lo que vaya mejor de acuerdo al lugar y el uso que se le dará. Ahora se estila combinar los colores de flores y plantas.

-¿Hacen donaciones?
-A las escuelas y O.N.G. se les otorgan las especies en donación. En cambio, a los municipios se realiza un canje: se les proveen los árboles y se les pide maderas para barandas, o pintura para los carteles. El vivero no es comercial. Persigue un fin educativo y de toma de conciencia.

-¿Cómo se financia entonces?
-Eso corre por cuenta de aportes que realiza la empresa metalúrgica SIDERCA, con sede aquí en Campana.

La Reserva también tiene objetivos educacionales. Walter los resume de la reserva hacia adentro y de la reserva hacia afuera: “Todas las escuelas que visitan la reserva son atendidas por guardaparques o guías habilitados por la Reserva, y se realizan la visita guiada, charlas y juegos con finalidad educativa”. De la Reserva hacia afuera: “Trabajamos con las dos escuelas de la zona: la Escuela Nro. 2 del barrio de Otamendi y la Escuela Nro. 4 del barrio Río Luján. Existen varios proyectos, por caso ambas escuelas están rescatando la historia oral de los dos barrios a través de entrevistas con los lugareños. De esto ya se han publicado dos libros. Los chicos de Río Luján están con otro proyecto que consiste en un intercambio de información con chicos de la localidad de Nainec, Formosa, vecinos del Parque Nacional Pilcomayo. Los alumnos del octavo año de la escuela de Otamendi se encuentran en un proyecto bien integrado, están buscando una solución práctica para eliminar la carda, mediante parcelas de ensayo, trasladando a un hecho real los conocimientos teóricos impartidos en las aulas”.

Todos estos proyectos trascienden la esfera de los alumnos y se transforman en un efecto multiplicador importante, logrando llegar a los padres, quienes aprenden y conocen directamente desde sus propios hijos.

El área protegida ofrece su Sendero “Recuperando lo nuestro” para transitar el vivero de árboles nativos y conocer el proceso de cultivo y desarrollo de las diferentes especies. El Sendero “Historias del Pastizal” cuenta parte de la historia de la pampa ondulada y se interna en el bosque de talas, llegando al mirador y regalarnos una magnífica vista del bañado. En el Sendero “Guardianes de la Barranca” comprenderá el rol de los talas de la barranca. Para transitar la zona del bañado se deben contratar a los guías habilitados por la Reserva, un paseo de seis mil metros que lleva el nombre de Sendero “Laguna Grande”. El Sendero vehicular camino Islas Malvinas llega al Río Paraná de las Palmas. Es aconsejable recorrerlo al amanecer o al atardecer para tener la posibilidad de observar la fauna. En el Centro de Visitantes hay una exposición permanente referida a los aspectos naturales de la Reserva. Funciona también un auditorio para proyecciones y charlas interpretativas a cargo de los Guardaparques.

Otros Parques Nacionales cobran entrada. En Otamendi, la entrada, los servicios, el área de pic-nic, el estacionamiento, todo es gratis. Desde octubre a marzo el horario es de 7:00 a 20:00 todos los días. De abril a septiembre de 8:00 a 19:00. Reserva Otamendi recibe casi 20 mil visitantes por año. Un caudal de visitas muy pobre, considerando la cercanía de la ciudad de Buenos Aires y de Zárate y Campana. Principalmente, debido a que la gente no sabe que la reserva existe. De hecho, la mayoría es gente que vuelve o que va recomendada por otros visitantes. Como dice Walter: “Las áreas protegidas son de la gente y para la gente, y sobrevivirán si las tomamos como propias, las cuidamos, las respetamos y las disfrutamos”.

Vení a la Reserva. Tu tierra te está esperando.

Gabriel Spinazzola - Noviembre 2005


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