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Tu Voto Define las Elecciones

En esta votación se renueva el Poder Legislativo del Estado, en sus tres niveles: Nacional, Provincial y Municipal. Las legislativas deben tomarse con responsabilidad y verdadero patriotismo.

Un domingo 3 de octubre de 1993 voté por primera vez. Elecciones Legislativas fueron. Se renovaban el Congreso Nacional, el Congreso de nuestra vasta Buenos Aires, y la mitad del Honorable Concejo Deliberante de General San Martín. Recuerdo aquella mañana por la emoción de mis padres. Si bien, venían votando con la frecuencia que hoy hacemos desde que Alfonsín ganara la presidencia, que su hijo votara era para ellos la concreción de un sueño de su juventud, noches de terror en que las urnas estaban condenadas a la oscuridad.

Siempre intenté ser muy crítico de mis propias acciones. Se me podrá objetar que no de todas, pero cada vez que tuve que entrar al cuarto oscuro, procuré que algo de mi poco razocinio aflorara a tiempo. Cada voto necesita su reflexión previa: estudiar las variables en juego, hacer uso de una buena dosis de memoria y depositar en él una cuantía de fe. Diría que cada uno está obligado a involucrarse con su voto. No sólo por respeto a todos los que sacrificaron sus vidas persiguiendo la democracia, sino que además por respeto a nosotros mismos, a nuestros valores, a nuestra forma de pensar. Votar como si nuestro sufragio definiera la elección. Más que eso, al definir la elección se define nuestro presente y se comienza a dibujar, o desdibujar, nuestro futuro.

Al país, cuando digo país es necesario que leamos “a nosotros”, le cuesta millones de pesos los comicios. No se trata de la oportunidad de ir a visitar a los viejos (como aún no hicimos el cambio de domicilio votamos cerca de casa), sino que debe vivirse con verdadero y legítimo patriotismo. Es mucho más que un partido de la Selección, aunque no se vean banderas y no haya promociones especiales en los comercios. No por nada los grupos económicos y las casas matrices de las filiales argentinas piden análisis proyectados por cada resultado electoral posible. Algo les importará a los empresarios que destinan tiempo y dinero, mucho dinero, aportando en las campañas. Son más que acuerdos y favores políticos. Cada elección reviste la posibilidad de pensarnos y definirnos, como ciudadanos, como argentinos.

Ya pasó de moda el “que se vayan todos”. Muchos se quedaron, otros están, aunque no se los vea. La clase política se enquista en el poder, o en sus adyacencias. En el poder buscan permanecer y fortalecerse. No siempre esa búsqueda se hace con soluciones reales y tangibles para el pueblo. La primavera es primavera, pero para los gobernantes significa verano. Para la oposición es otro crudo invierno. Desde esa postura critican lo que nunca hicieron y nunca harán. Desde la periferia la voz en contra es escuchada, denuncias de esto y de lo otro, pero cuando la falta de plataforma seria y cierta queda en evidencia, los parlantes se apagan y la oposición resulta efímera.

Las campañas electorales comenzarán fuertemente el 21 de septiembre, cuando falten exactamente treinta y dos días para los comicios. Momento a partir del cual la ley electoral habilita para realizar publicidad en radio y televisión. Por eso, todos los candidatos y partidos están trabajando en sus avisos. Inclusive, Elisa Carrió tendrá el suyo. Macri y Murphy han contratado un especialista ecuatoriano, mientras que Chiche Duhalde se las arregla con los líderes de campaña de su marido. Néstor Kirchner apela al pedido de plebiscito, argumento único y similar que desde la restauración de la democracia vienen utilizando los presidentes en cada legislativa. Aunque no es el verdadero punto, podría llegar a creerse que el presidente estaría buscando una legitimación de su mandato. Tal sería así su búsqueda que rompió con el hegemonismo que Eduardo Duhalde ostentaba en el Gran Buenos Aires. Si luego de las elecciones vuelven a encontrarse, la jugada habrá sido buena, siempre que Cristina Fernández e Ilda González obtengan la mayoría y la primera minoría para senadores nacionales.

Pero las elecciones legislativas de 2005 no son un plebiscito para la gestión del actual presidente, ni tampoco se trata de una elección nacionalizada, y menos de un castigo ni reprimenda para nadie. El mes entrante emitiremos el sufragio para renovar parcialmente el Congreso de la Nación, la Cámara de Diputados y de Senadores de la Provincia de Buenos Aires, y en el ámbito local ingresarán doce nuevos concejales en reemplazo de los doce ediles salientes.

En los últimos años, la actividad proselitista de San Martín se ha caracterizado por las tradicionales pintadas, y los volantes y folletos de rigor. Seguramente, en tiempo más, volverán a las calles los autos-parlantes con las canciones a modo de jingle radial que nos persuadirán de votar a tal o cual candidato. Pero los volantes ya se ven por las calles de nuestra localidad, con acusaciones y explicaciones que van y vienen, anónimos o firmados.

Los más de 400 mil habitantes de este partido necesitamos de ideas claras, concisas, palpables. En algún momento entre hoy y el 23 de octubre llegarán, se escucharán, se debatirán. No es el mío un acto de ingenuidad, es un ferviente deseo que se transforma en demanda efectiva para los candidatos. Y lo hago extensivo a los candidatos para el Congreso Provincial, que nos cuenten y escuchen qué Provincia de Buenos Aires podemos lograr. Y la demanda llega a cada rincón de la Argentina, para que los pretendientes de las bancas del Congreso Nacional debatan el cómo haremos el país que nos merecemos. Que todos los aspirantes a representar al pueblo (local, provincial y de la Nación) escuchen, comprendan y entiendan que deseamos una Argentina equitativa y trabajadora.

El próximo octubre, como hace doce años y como en cada elección, algunos votarán por vez primera. Entonces, ellos y nosotros, los experimentados, ejercitaremos ese comprometido verbo denominado: elegir.

Gabriel Spinazzola - Septiembre 2005.


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